Salvar al Lago de Pátzcuaro

El Lago de Pátzcuaro parecía moribundo hace apenas un año. Durante semanas, la imagen de ese emblemático cuerpo de agua convertido en un desierto ilustró el temor apocalíptico por las sequías y el calor extremo. Los habitantes de la zona insisten, sin embargo, en que la cuenca de Pátzcuaro, al centro del estado de Michoacán, no es víctima solamente del cambio climático.

Lo dicen en las redes sociales y lo repiten a gritos en marchas y protestas: “No es sequía, es saqueo”. En Michoacán es el crimen organizado, en alianza con grandes productores de aguacate, quien extrae el agua de los lagos para nutrir una demanda internacional que ha convertido este fruto en un fetiche.

Las comunidades alrededor lo saben. Impotentes ante el armamento y los millones que aceitan el negocio aguacatero, han decidido emprender otro tipo de acciones para intentar restaurar sus ecosistemas y resguardar algo del agua disponible. Sus armas son picos, palas, rastrillos, conocimiento del ecosistema lacustre y una pizca de apoyo mutuo.

Gracias a eso, las piraguas navegan de nuevo sobre las aguas de Pátzcuaro. Pero el futuro todavía es incierto.