El “grito de resistencia” de Salinas Pliego
Al cobijar y solapar a Ricardo Salinas Pliego, el expresidente Andrés Manuel López Obrador terminó engendrando a quien hoy se perfila como enemigo jurado de la presidenta Claudia Sheinbaum. El empresario se sabe intocable y, ahora, ha decidido incursionar en política.
El empresario Ricardo Salinas Pliego ha roto sus propios límites y, en un acto de megalomanía, aprovechó las Fiestas Patrias para dar su propio “grito de resistencia”.
En la noche del 15 de septiembre, el dueño de TV Azteca gritó tres “viva México” al final de un mensaje de 5 minutos con 47 segundos en el que llamó a combatir a “los comunistas” que gobiernan México.
“Desde el gobierno se solapa la criminal violencia que nos asedia a todos, que nos deja pasmados… también desde el gobierno se solapa una corrupción desbocada, como nunca se había visto antes”, dijo Salinas Pliego en un mensaje que subió a sus redes sociales dos horas antes del Grito de Independencia que encabezó la presidenta Claudia Sheinbaum.
En un desafío sin precedente, el dueño de una televisora -que explota una concesión del Estado mexicano- usó sus canales concesionados para convocar a engrosar las filas de un movimiento político al que ha bautizado como “Movimiento Anticrimen y Anticorrupción”, una iniciativa que lanzó una semana antes para combatir a la gobernante 4T.
“Nuestro México está en manos de un gobierno integrado por personajes peligrosos; tienen una ideología realmente perversa, son comunistas, son los mismos que llevaron a Venezuela y a Cuba al desastre. Ya ni qué decir de la Unión Soviética y de la China comunista de Mao”, dijo el empresario en su mensaje, grabado a lado de su esposa María Laura Medina, con una bandera de México y un estandarte de la Virgen de Guadalupe como fondo.
Salinas Pliego usó expresiones como “estos desgraciados” para nombrar a los gobernantes de Morena, a quienes acusa de promover el odio, la envidia y la división entre los mexicanos.
Varias veces dijo “ya basta”, pidió definirse entre el bien y el mal y anunció que muy pronto su movimiento tendrá una página web para afiliarse y comprometerse con “los principios” de la iniciativa: la vida, la propiedad, la libertad, y en contra de la corrupción y la mentira.
“Yo los convoco a unirnos todos en resistencia”, expresó y, luego, su esposa pidió que cada futuro afiliado convoque a otros 10.
No es un partido, pero es política
Salinas Pliego está creando un movimiento político usando el poder económico de sus empresas aglutinadas en el Grupo Salinas, que incluye la televisora TV Azteca, las tiendas Elektra, el Banco Azteca, Seguros Azteca, el proveedor de internet Total Play, la empresa de energía eólica Grupo Dragón, la petrolera Typhoon Offshore, la minera Cobre del Mayo, la marca de motos Italika, los estudios Azteca, una universidad y próximamente una cadena de farmacias, entre muchas otras.
Sus tentáculos empresariales se extienden hasta Centroamérica y la programación de sus canales de televisión (Azteca 1, Azteca 7 y ADN 40) llega a millones de personas todos los días, con noticieros caracterizados por su estridencia, su amarillismo y la manipulación de los contenidos para atacar o beneficiar a políticos y funcionarios.
A lo largo de los años, Salinas Pliego ha usado esa concesión para aumentar su influencia empresarial y combatir decisiones que afectan sus intereses, como la reforma política de 2007-2008, o las medidas sanitarias impuestas en la pandemia.
Durante casi 18 años, sus canales, sus noticieros y sus barras de opinión se usaron para combatir la carrera política de Andrés Manuel López Obrador.
Sus bravocunadas van desde los ataques al Instituto Federal Electoral (IFE) y al actual INE, molesto por la pérdida del negocio de los spots en 2008, hasta los insultos misóginos contra la exsenadora Citlali Hernández, hoy titular de la Secretaría de las Mujeres.
Su apoyo a los gobiernos neoliberales -desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña Nieto-, sus nexos con el Partido Verde y la telebancada, la cobertura de sus noticieros en contra del gobierno de la Ciudad de México, en favor del desafuero de AMLO en 2005 y de la elección de Felipe Calderón en 2006, llevaron a López Obrador a ubicarlo en lo que él llamaba “la mafia en el poder”.
Por eso llamó tanto la atención que, en 2018, López Obrador y Salinas Pliego hayan olvidado sus diferencias y hayan decidido aliarse. El empresario, para dejar de bloquear su campaña. El político tabasqueño, para dejar intactos sus negocios.
Incluso, AMLO lo incluyó en un consejo asesor empresarial que creó al inicio de su sexenio, y otorgó a Banco Azteca el lucrativo negocio de entregar una tarjeta a los millones de beneficiarios de los programas del Bienestar. A menudo, lo ponía como ejemplo de un “empresario con vocación social”.

Las cosas no acabaron bien entre ellos, sobre todo porque se niega a pagar más de 74 mil millones de pesos que sus empresas adeudan al Servicio de Administración Tributaria.
El rompimiento con la 4T hizo que AMLO le heredara a su sucesora, Claudia Sheinbaum, a un poderoso enemigo que usa sus redes sociales para insultarla, a ella y a miembros de su gabinete, y que ahora amaga con crear un movimiento opositor, aprovechando el vacío ideológico y programático de una oposición moral y electoralmente derrotada.
Salinas Pliego y su Movimiento Anticrimen y Anticorrupción se mueven al margen de la ley. No aprovecharon la puerta legal y formal que establece la Constitución para la conformación de nuevos partidos políticos. Y tampoco está claro que vaya a apoyar a alguno de los partidos en formación, que por otro lado no podrían recibir recursos de las empresas de Grupo Salinas, pues eso violentaría las reglas de fiscalización.
Sin embargo, lo que hizo el 15 de septiembre fue un acto político y las intenciones de su movimiento son totalmente políticas.
Su incursión ocurre antes de que termine el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum. Su intención de crear un frente opositor surge dos años antes de la elección intermedia de 2027 y cinco antes de la presidencial de 2030.
El todo de su desafío es altanero; el destino de su movimiento, incierto, pues aún no está claro a cuántos podría afiliar y qué va a hacer con esos afiliados.
Lo cierto es que hoy no sería quién es, ni se atrevería a tanto, si López Obrador hubiera hecho lo que dijo que iba a hacer en 2018: separar el poder económico del poder político, acabar con la influencia y la impunidad del duopolio y desterrar a la “mafia en el poder”.
AMLO no hizo nada de eso, sino todo lo contrario: lo incluyó en su gobierno, lo solapó, lo ayudó a acrecentar su fortuna y su poder; lo volvió intocable y, ahora, Salinas Pliego cree que puede desafiar a la presidenta Sheinbaum, apropiarse de las Fiestas Patrias y usar un canal concesionado, propiedad de la nación, para llamar a la resistencia.