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La CDMX de Clara Brugada: la <br>sensación de que está peor que antes
Tráfico vehicular en la Ciudad de México, agosto de 2025. Foto: Victoria Valtierra | Cuartoscuro VALTIERRA/CUARTOSCURO.COM
Ciudad de México

La CDMX de Clara Brugada: la
sensación de que está peor que antes

Publicado el 13 de octubre 2025
  • Ciudad de México
  • Opinión

Clara Brugada cumplió su primer año de gobierno y este domingo presentó su informe en medio, literalmente, de nubarrones y tormentas. Mientras ella tapizó la capital con propaganda, Tláloc se ensañó y dejó calles inundadas y avenidas colapsadas.

Mal hará la jefa de gobierno capitalina si confía sólo en las buenas cifras, en su relato de una ciudad perfecta, y cae en la autocomplacencia, porque entre muchos capitalinos crece la idea de que la Ciudad de México de que, pese al indiscutible atractivo e innegables avances de una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, está peor que antes.


Una percepción crece entre muchos capitalinos: la idea de que la Ciudad de México se está volviendo inhabitable.

Para muchos, el deterioro es claro: baches, socavones, inundaciones, embotellamientos insoportables, comercio ambulante en donde ya no había, una plaga de motos y motonetas que provoca accidentes y asaltos, un Metro cada vez más lento, vías primarias colapsadas por obras incomprensibles (como la Ciclovía de Calzada de Tlalpan), Ecobicis que no sirven, un drenaje incapaz de evacuar las tormentas que hemos tenido, luminarias que no alumbran, comercios y restaurantes asediados por el cobro de piso y la extorsión, un Invea que clausura a su antojo y sólo permite trabajar a quienes le pagan mordida, policías que te asaltan bajo pretexto de traer un porta placas prohibido, la proliferación anárquica de chelerías y giros negros, la circulación de vehículos pesados –a veces con sustancias peligrosas– a todas horas y en cualquier avenida… esa sensación de que la Ciudad está peor que antes.

Y, sin embargo, los datos oficiales dicen todo lo contrario: la Ciudad de México es uno de los lugares menos peligrosos de todo el país, y su movilidad es aceptable si se considera el tamaño monstruoso de la megalópolis, en la que casi 10 millones de habitantes de los municipios conurbados se suman diariamente al tránsito de una urbe que, oficialmente, es poblada por 9.2 millones de personas.

La CDMX no es la entidad con más homicidios dolosos ni con más crímenes de alto impacto; de hecho, entre 2018 y 2025 ha habido una disminución importante en ambos rubros; de alrededor de 50 por ciento, según cifras del Secretariado Ejecutivo de Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Tampoco es la ciudad con más problemas de agua potable o servicios urbanos como la recolección de basura; no es ni la más sucia, ni la más caótica.

La CDMX, sin embargo, sigue siendo esa urbe en la que se cometieron 396 asesinatos y 10 mil delitos de alto impacto en el primer semestre de 2025.

Es la ciudad de contrastes en la que conviven alcaldías con los mejores niveles de calidad de vida del país, con las zonas marginadas más empobrecidas; los barrios turísticos más visitados por extranjeros y las colonias más peligrosas, en las que ni la policía puede entrar.

Un hombre realiza maniobras para destapar una coladera y así desfogar el agua acumulada en el bajo puente ubicado a un costado de la estación Pantitlán de la línea 1 del metro, agosto de 2025. Foto: Galo Cañas | Cuartoscurto.com

Contrastes, nubarrones y tormentas

Clara Brugada cumplió su primer año de gobierno y este domingo presentó su informe en medio, literalmente, de nubarrones y tormentas.

Tláloc se ensañó con su estrategia de comunicación y propaganda por el primer año, pues mientras ella presume “la ciudad de la movilidad”, sus calles y avenidas lucen colapsadas por baches, socavones e inundaciones.

Para muestra una escena: el viernes pasado, miles de automovilistas varados en la Calzada de Tlalpan tuvieron tiempo suficiente –algunos hicieron dos horas en un trayecto de menos de 10 kilómetros– para ver las mantas que el gobierno de la Ciudad colgó en los puentes peatonales con la fotografía de la jefa de Gobierno y su lema, “la fuerza de la transformación”, que parecía una broma de mal gusto para quienes vieron cómo su viernes se echó a perder en el congestionamiento.

Dos hechos recientes tampoco abonan a la buena imagen que quiere transmitir el gobierno de Brugada:

  • El pasado 10 de septiembre, el choque de una pipa cargada de combustible en el Puente de la Concordia, al oriente de la Ciudad, provocó la muerte de 31 personas y decenas de heridos, y nos dejó la impresión de una ciudad peligrosa y un gobierno incapaz de regular la circulación de transporte pesado.
  • Los disturbios del 2 de octubre en la marcha conmemorativa de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco dejaron un saldo de decenas de personas lesionadas, policías hospitalizados y comercios arruinados. Las escenas muestran el descuido y las limitaciones del secretario de Gobierno, César Cravioto, incapaz de prever –con inteligencia y no con represión– la movilización de más de 300 personas identificadas con el llamado “bloque negro”, que se han convertido en profesionales del desmadre y el saqueo, en detrimento de las causas por las que se marcha en esta ciudad.
Explosión de pipa en Iztapalapa: la nube de gas que dejó muerte y decenas de heridos en Santa Martha Acatitla
Un bombero de la Ciudad de México intenta enfriar el contenedor de la pipa de gas que se volcó la tarde del miércoles 10 de septiembre. Foto: Daniel Augusto | Cuartoscuro.com

Ciertamente, la ciudad de Clara no es sólo la de esos hechos trágicos y lamentables, pero en un país chilangocéntrico, problemas así se convierten en tema nacional y lesionan la imagen, no sólo del gobierno de la capital, sino de la “cuarta transformación” en su conjunto.

Magnificados por la oposición, los casos extremos hacen sentir a muchos que viven en una ciudad caótica, peligrosa e insegura, en la que una pipa puede estallar en tu camino, aunque ese hecho haya sido absolutamente excepcional.

Vivir en esta ciudad es viajar cada vez más apretado en un Metro cada vez más lento e ineficiente; manejar asediado por miles de motos que circulan sin control alguno; saberse extorsionado en tu comercio –ya sea por el crimen organizado o por los inspectores del Invea–; detenerse con miedo cuando un agente de tránsito pide que te orilles; pagar rentas cada vez más altas y contratar seguridad privada para cuidar fraccionamientos y unidades habitacionales.

Pero también es habitar una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, disfrutar de una oferta cultural inigualable, acceder a la más variada gastronomía –ya sea en restaurantes, mercados o fonditas–, gozar de actividades deportivas y recreativas; tener a la mano parques, zonas de reserva ecológica, cientos de museos, conciertos gratuitos, barrios antiguos, zonas arqueológicas, joyas coloniales y los más modernos rascacielos.

Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, rinde su primer informe ante el pleno del Congreso local. Foto: Andrea Murcia | Cuartoscuro.com

La ciudad es un monstruo inabarcable. No es el paraíso que nos narra Clara Brugada en su informe, pero tampoco el infierno dibujado por sus opositores.

La capital es, sin duda, la entidad más inclusiva y en la que se ejercen con más plenitud todos los derechos.

Pero también es la ciudad en la que Morena avasalla a las oposiciones, con el riesgo de replicar los autoritarismos del pasado, cuando el partido hegemónico reprimía la pluralidad y el gobierno de la Ciudad era una regencia, una extensión de la Presidencia de la República.

Mal haría Clara Brugada, mujer forjada en el activismo social y en las calles de un barrio periférico, como lo es San Miguel Teotongo, Iztapalapa, en confiar sólo en sus cifras y en su relato de una ciudad perfecta.

El informe de Clara Brugada, como el de Claudia Sheinbaum a nivel federal, es primero y séptimo al mismo tiempo. En él caben las acciones y “logros” de los primeros 365 días, pero también los rezagos del sexenio anterior y los muchos asuntos pendientes de solución.

Los problemas de la ciudad están ahí y no todos son culpa de “los corruptos del pasado” o del “cártel inmobiliario”.

Las múltiples carencias y conflictos se agravarán si Clara Brugada cae en la autocomplacencia y el desprecio a la crítica. O, peor aún, si decide no escuchar ni ver los reclamos y los problemas cotidianos de los ciudadanos que habitan y transitan, que padecen las miserias cotidianas de la vida urbana y protestan ante ellas. Si opta por atribuir todo señalamiento a la mala fe de las oposiciones, el deterioro será aún más claro.

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Por Ernesto Núñez Albarrán | X: @chamanesco

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