EU persigue otro buque de petróleo; Venezuela denuncia piratería
EU incauta dos buques de petróleo y persigue un tercero cerca de Venezuela tras ordenar un bloqueo total. Caracas denuncia piratería.
En una drástica escalada de su campaña de presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, fuerzas de Estados Unidos (EU) han incautado dos buques de petróleo procedentes o con destino a Venezuela y persiguen activamente a un tercero en aguas del Caribe en menos de dos semanas. Estas acciones operativas se producen después de que el presidente Donald Trump ordenara un “bloqueo total” contra Venezuela, en una medida que Caracas denuncia como un acto de “piratería” y que ha generado el rechazo formal de China.
El episodio más reciente, aún en desarrollo, es la persecución del petrolero ‘Bella-1’. Este domingo 22 de diciembre, la Guardia Costera de Estados Unidos confirmó que mantiene una “persecución activa” contra este buque de bandera panameña. El ‘Bella-1’ está bajo sanciones del Tesoro estadounidense desde junio de 2024 por sus presuntos vínculos con la Guardia Revolucionaria de Irán y se dirigía a la costa venezolana para cargar crudo.
Una secuencia de intervenciones
La operación del ‘Bella-1’ es la tercera en una serie rápida de intervenciones por parte del gobierno estadunidense. El pasado 10 de diciembre, cerca de las costas de Venezuela, EU incautó el buque de petróleo ‘Skipper’, que navegaba con una falsa bandera de Guyana y sí figuraba en listas de sanciones. La escalada continuó en la noche del sábado 20 al domingo 21 de diciembre, cuando fue interceptado el petrolero ‘Centuries’.
El caso del ‘Centuries’ añade complejidad jurídica a la crisis. Este buque, de bandera panameña y que transportaba dos millones de petróleo de crudo de Venezuela, no figuraba en las listas oficiales de sanciones que justificara la incautación por parte de EU. Fuentes oficiales estadounidenses, bajo anonimato, defendieron la acción amparándose en una ley marítima conocida como “derecho de visita”, que permite inspeccionar un navío en aguas internacionales ante la sospecha de actividades ilícitas.
Estas intervenciones tácticas encuentran su marco en una decisión estratégica anunciada días antes. El 17 de diciembre, el presidente Trump ordenó un “bloqueo total y completo de todos los buques petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela”. En un mensaje en sus redes sociales, Trump justificó la medida acusando al “régimen ilegítimo de Maduro” de utilizar el petróleo para financiar el “narcoterrorismo“.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, y la portavoz adjunta de la Casa Blanca, Anna Kelly, han sido las encargadas de defender públicamente las operaciones. Kelly afirmó que el ‘Centuries’ formaba parte de la “flota fantasma venezolana” para “traficar con crudo robado y financiar el régimen narcoterrorista”.
La respuesta venezolana
El gobierno de Nicolás Maduro ha respondido con una retórica de máxima confrontación. En comunicados oficiales, Maduro ha calificado las interceptaciones como “piratería de corsarios”, “robo y secuestro” de buques privados. Caracas denuncia también la “desaparición forzada” de las tripulaciones y anunció que presentará denuncias ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En medio de esta tensión, se produjo un contrapunto significativo. El mismo domingo 21, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez anunció el zarpe del buque ‘Canopus Voyage’, de la compañía estadounidense Chevron, cargado con 500.000 barriles de crudo venezolano con destino a Estados Unidos. Chevron opera en Venezuela bajo una licencia especial del Departamento del Tesoro que la exime de las sanciones generales, una paradoja que subraya la complejidad del entramado jurídico y económico.
La crisis, sin embargo, ya ha traspasado el ámbito bilateral. China, principal comprador del petróleo venezolano, ha expresado su rechazo. Un portavoz de su embajada en Washington declaró que Pekín “se opone firmemente a las sanciones unilaterales y a esta ‘jurisdicción de brazo largo'”. Irán, por su parte, ofreció a Venezuela su cooperación “en todos los ámbitos” para enfrentar lo que denominó “piratería y terrorismo internacional” de Estados Unidos.
Esta ofensiva se enmarca en el mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe en décadas, justificado oficialmente como parte de operaciones antinarcóticos. Coincide, además, con un cambio en el liderazgo militar regional: el almirante Alvin Holsey fue removido del Comando Sur y el presidente Trump ha nominado al teniente general Frank Donovan para el puesto.
Todo apunta a que la crisis está lejos de su fin. La Casa Blanca anunció que el presidente Trump tiene previsto un comunicado este lunes 22 por la tarde, junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el secretario de la Marina, John Phelan, desde su residencia en Mar-a-Lago. El contenido del anuncio no se ha hecho público, pero se espera que se refiera a esta escalada de tensión en el Caribe.




