La construcción de las siete rutas del Tren Maya no sólo han provocado daños ecológicos en la selva, destruido vestigios arqueológicos y afectado irreversiblemente el sistema de cuevas, cenotes y cavernas de la Península de Yucatán.
Desde que arrancó su construcción y hasta febrero de 2024, al menos 48 trabajadores han muerto durante las obras del Tren Maya y una persona más presenta muerte cerebral.
Jueves 8 de febrero de 2024. Poco antes del mediodía, los trabajadores mojan sus pañuelos con agua para limpiarse el sudor del rostro. La temperatura ya alcanzó los 29 grados y cientos de obreros siguen con la construcción del Tramo 6 del Tren Maya a la altura de Bacalar, Quintana Roo.
Un estruendo los paraliza por unos instantes. Se revienta uno de los tensores que sostenía el armado de una estructura de madera y cientos de varillas para levantar un largo muro de contención y una parte de la estructura se derrumban.
–¡Ayúdenme, ayúdenme! –escapa un grito de entre el armazón de madera y las gruesas varillas que acaban de colapsar. Dos de los trabajadores quedaron atrapados. Tratan de sacarlos, aunque el peso de las varillas de acero se los impide.
Algunos trabajadores corren por una barreta, mientras otros jalan de la sudadera a uno de los accidentados. Otro sube a la enorme pala mecánica (trascabo) para levantar una parte del amasijo de varillas colapsadas:
-¡Quítense, van a meter la máquina!, ¡rápido, jalen, jalen! ¡Por allá, no!, ¡quiten la varilla! -gritan los trabajadores cuando el trascabo alza un poco las barras de acero, mientras otros meten medio cuerpo para sacar a sus compañeros.
Los heridos son trasladados en una camioneta hacia un centro de salud y en el camino los alcanza la ambulancia de paramédicos del Grupo de Respuesta de Emergencias Médicas de Bacalar para llevarlos al hospital del municipio, donde los atenderán.
Parte del ejército de miles de trabajadores que construyen el Tren Maya, este par de obreros sobrevivirá a las lesiones, pero decenas de otros de sus compañeros no han tenido la misma suerte.
La construcción de las siete rutas del Tren Maya no sólo han provocado daños ecológicos en la selva, destruido vestigios arqueológicos y afectado irreversiblemente el sistema de cuevas, cenotes y cavernas de la Península de Yucatán.
Desde que arrancó su construcción y hasta febrero de 2024, al menos 48 trabajadores han muerto durante las obras del Tren Maya y una persona más presenta muerte cerebral.
Además, también se tienen documentadas las heridas u lesiones que han sufrido 31 trabajadores que participan en la construcción y un registro de dos fallecimientos adicionales de personas que no trabajaban en las obras, pero que murieron a causa de las labores de trabajadores del tren.
La asociación civil Cohesión Comunitaria e Innovación Social (CCIS) lleva el registro minucioso de estos casos. Desde hace casi una década, trabaja en la Península de Yucatán para garantizar los derechos de humanos de quienes habitan y transitan esos territorios ante la construcción de diversos megaproyectos, como el del Tren Maya.
“Nunca se habían generado tantos empleos en el sureste”, presumió el presidente Andrés Manuel López Obrador en noviembre del año pasado al afirmar que en la construcción del Tren Maya y del Aeropuerto Internacional de Tulum “hay 100 mil trabajadores”.
El único pero es que la mayoría son trabajadores eventuales, situación que los coloca en una condición casi de indefensión laboral.
Las muertes y lesiones registradas por la organización civil ocurrieron en el ejercicio o con motivo de su trabajo, durante su jornada laboral y en camino desde o hacia el lugar de trabajo, e incluyen las siguientes circunstancias:
- Atropellamientos en carreteras federales al laborar de noche.
- Aplastamiento por maquinaria pesada, por vehículo de carga pesada y por material de construcción.
- Caídas desde estructuras.
- Choques.
- Golpes de calor.
- Infartos.
- Homicidio con arma de fuego durante la jornada laboral.
“No se trata sólo de generar miles de empleos, sino de que sean trabajos dignos, con derecho a seguridad e higiene y derecho a la protección de la integridad física y mental de las personas trabajadoras”, destaca en entrevista Suhayla Bazbaz Kuri, directora general de CCIS.
La organización, que elaboró y difundió el reporte “Las muertes prevenibles del Tren Maya”, precisa que el primer fallecimiento ocurrió el 2 de febrero de 2021 en Palenque, Chiapas, y el más reciente se registró el 20 de febrero de 2024 en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
Los fallecimientos de los 48 trabajadores han sucedido en 17 municipios de Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo; esto es, en todas las entidades en las que se construye el tren.
Para Suhayla Bazbaz no tendría que haber ocurrido ni una sola de estas muertes en ninguno de los tramos del tren. “Lo que esperaríamos es que se tomen las medidas correctivas y preventivas para que no haya más decesos en ningún tramo. Sin embargo, los datos de los trabajadores que han muerto nos muestran que sigue en aumento el número de personas que pierde la vida”.
Aún más, concluye: “Cada una de esas muertes y lesiones afecta a las familias y a las comunidades de los trabajadores. No basta generar empleos, si éstos no son trabajos dignos. No sólo se construye a costa de algo, sino a costa de alguien: empezando por los trabajadores”
La mayoría de los trabajadores del Tren Maya no sólo batallan con el peso de la misma obra. También luchan contra las fuertes lluvias en la selva, la humedad y las altas temperaturas, que alcanzan hasta 37 grados, según la temporada.
Muchos de ellos nunca habían trabajado en la selva, pues son trabajadores que llegaron a la obra desde Baja California, Hidalgo, Jalisco, Sinaloa, Puebla, Tlaxcala, Tamaulipas, Michoacán, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Sonora, Chihuahua, Durango, Ciudad de México, Guanajuato y Guerrero.
La construcción del tren en los cinco estados del sureste mexicano es una de las obras más relevantes para el gobierno federal, a cargo, primero, de Fonatur y, ahora, de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Para garantizar la conclusión de las obras antes de que termine el sexenio de López Obrador, en algunos tramos del Tren Maya se ampliaron turnos de obreros y maquinaria.
Pero la responsabilidad de proveer medidas de protección e higiene a los trabajadores que laboran en el tren depende de las empresas que la Sedena subcontrató y la dependencia se exime de cualquier responsabilidad.
El reporte de Cohesión Comunitaria e Innovación Social sobre las circunstancias en las que ocurrieron estas muertes y lesiones en las obras del Tren Maya se realizó con base en notas periodísticas, pero el registro de violaciones a derechos laborales lo levantaron in situ, a través de recorridos por distintas partes de la región.
“Fue posible ver a las personas trabajando largas jornadas de día y de noche, sin un espacio de sombra, sin lugar para descansar, sin forma de hidratación continua y sin acceso al baño en el sitio de trabajo”.
También observaron que es una práctica común trasladar a los trabajadores en camiones de redilas. “Precisamente hay un caso en el que seis obreros del tren quedaron lesionados por este tipo de traslados”, alerta Suhayla Bazbaz.
El caso al que se refiere Suhayla Bazbaz ocurrió la madrugada del 18 de julio de 2023, cuando un grupo de trabajadores era trasladado al sitio de obra del Tramo 3 (Calkiní-Izamal) del Tren Maya.
Transitaba el vehículo por la carretera federal Campeche-Mérida cuando uno de los neumáticos estalló, el chofer perdió el control y la unidad dio volteretas hasta quedar en el carril opuesto. Los trabajadores salieron “disparados” de la parte trasera del vehículo. Algunos quedaron tirados sobre la maleza y otros sobre la cinta asfáltica. Uno de ellos perdió la vida de forma instantánea y el resto presentó heridas. Fueron trasladados al hospital de Hecelchakán, Campeche.
La ocurrencia de muertes y lesiones de trabajadores durante la construcción del Tren Maya y la presunta ausencia de una reparación integral del daño a las víctimas directas e indirectas conducen a una realidad:
“Son indicios de actos y omisiones del Estado mexicano para respetar, proteger y garantizar los derechos humanos laborales de los trabajadores que participan en la realización de este megaproyecto. Son indicios de la falta de responsabilidades de las empresas, tanto públicas como privadas, involucradas en la construcción, ejecución, operación y/o explotación de Tren Maya; de respetar los derechos humanos en sus actividades empresariales”, concluye Suhayla.
Durante los recorridos que han hecho por diferentes tramos del Tren Maya, los integrantes de Cohesión Comunitaria han constantado la falta de garantías para la seguridad de las y los trabajadores.
Dos ejemplos:
1.- En la carretera Valladolid–Izamal, por donde se construye el tramo 4 (Izamal-Cancún) caía una tormenta que apenas dejaba ver el camino. Les sorprendió ver a varios trabajadores que colocaban señales anaranjadas de precaución mientras la tormenta arreciaba. Ellos sólo traían un impermeable amarillo para cubrirse, con el riesgo de ser atropellados por la falta de visibilidad.
“Sentimos indignación y frustración porque la presión por inaugurar el supuesto ‘proyecto prioritario’ tiene consecuencias y quizás uno de los costos más dolorosos con el tren son los heridos y la pérdida de vidas humanas”, apunta Suhayla.
2.- Al transitar por los tramos 5, 6 y 7 del Tren Maya, que se construyen en Quintana Roo, el equipo de Cohesión Comunitaria e Innovación Social percibió que había trabajadores de uno y otro lado de la carretera, laborando a todo vapor por la mañana y en la noche.
Nunca encontraron una carpa de servicios médicos, ni puntos de hidratación. “Sí vimos vehículos de carga pesada circulando en las carreteras en muy malas condiciones”.
El número de emergencia 911 recibió una llamada de emergencia, antes del medio día del 23 de julio de 2023:
-¡Necesitamos ayuda! Un trabajador que opera un trascabo yace inconsciente en el campamento del Tren Maya, ubicado en la comunidad de Juan Sarabia, del municipio Othón P. Blanco, de Quintana Roo.
Ese verano de 2023 una cuadrilla de cinco trabajadores continuaban con la remoción de maleza y amontonamiento de tierra para tender el terraplén por donde pasará el Tramo 7 Chetumal-Escárcega del Tren Maya. Se abrían paso con una enorme pala mecánica.
Al avanzar para desmontar la selva, la máquina topó con varios troncos tirados y, al moverlos, se destapó la furia de una nube negra: un enjambre de abejas africanas que, en el verano, cuando la floración se detiene, se desplaza a diferentes lugares a esperar las lluvias de otoño.
El enjambre atacó a los trabajadores. Algunos de sus compañeros acudieron con lonas para tratar de distraer a los insectos. En el lugar un trabajador yacía inmóvil y otro más estaba desaparecido.
Paramédicos de la Unidad Médica de Bomberos llegaron al lugar y atendieron a los cinco lesionados, los estabilizó y los trasladó al Hospital General de Chetumal, donde fueron internados por las múltiples heridas.
Los trabajadores atacados por el enjambre son parte de los 750 casos de quienes han participado en las obras del tren realizadas entre 2020 y 2023 y han sido víctimas de ataques de abejas, víboras, moscas chicleras, mosquitos transmisores del dengue …
La mayoría son los trabajadores destinados a talar el monte y abrir las brechas en la selva por donde se colocarán las vías del tren.
En Chiapas se reportaron 378 casos de trabajadores del Tren Maya atacados por algún insecto, reptil o animal. En Quintana Roo, el número es de 321, de acuerdo con información de medios locales obtenida mediante solicitudes de transparencia