El integrante del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico afirma que “la génesis de la represión y de la impunidad” actual tiene su génesis en el Periodo de la Guerra Sucia. Muchas de las personas que en su momento operaron las procuradurías y fiscalías, los juzgados, las policías, siguen allí. Afirma que la contrainsurgencia y la persecución del Estado fue mucho más amplia y nociva de lo que se pensaba.
La tarea era titánica. Había que explicar que el Estado cometió graves violaciones a los derechos humanos y atacó de manera sistemática a las distintas disidencias en el periodo conocido como guerra sucia, delimitado de 1965 a 1990. Había que exponer que fue una política de contrainsurgencia contra la población y que no se limitó a grupos políticos; que tanto las organizaciones que eligieron la vía armada como civiles y distintos grupos sociales sufrieron la persecución del Estado.
El resultado de dos años y medio de trabajo quedó plasmado en el extenso informe Fue el Estado (1965-1990). Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, presentado el 16 de agosto pasado por Carlos A. Pérez Ricart, profesor investigador de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE); Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, y David Fernández Dávalos, exrector de la Universidad Iberoamericana. Los tres, en su calidad de integrantes del MEH, uno de los mecanismos de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990 en México (COVEHJ).
A una semana de la difusión pública, Carlos Pérez Ricart habla en entrevista con El Sur de las que considera son los grandes aportes de ese informe sin precedente: documentar los circuitos de contrainsurgencia, su funcionamiento, con nombres y apellidos de los ejecutores, “que no eran manzanas podridas”, aisladas, sino parte del sistema.
“Es una catástrofe que muy poca gente conozca qué sucedió. Gran parte de la población nunca se enteró” de los alcances de la represión, remarca. “Para muchos, el 2 de octubre, en el 68, y el halconazo, en el 71, son los ejemplos únicos de represión estatal”.
Lo que hizo el Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, agrega, fue ofrecer pistas sobre la guerra sucia. “Es hora de que nuevos investigadores, periodistas, estudiantes, trabajen sobre eso”. No son palabras definitivas, no es una verdad con un punto final, sino una posibilidad para que otros y otras continúen las comisiones de la verdad hasta donde sea necesario, subraya el comisionado. “Para eso se necesita gente interesada, comunidades interesadas, que sigan estudiando el tema”.
Licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Libre de Berlín, Carlos A Pérez Ricart resume la labor del MEH: “Ha sido muy duro. Más de mil 300 testimonios, revisión de 90 archivos, dos años y medio de trabajo, más de 40 personas involucradas”.
Pero ha tenido sentido. Una de las mayores virtudes del informe “es que da cuenta de una gran cantidad de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos en el periodo, que no habían sido nombradas o habían sido invisibilizadas por las narrativas hegemónicas”.
“La persecución abarcó a muchos grupos sociales. muchos tuvieron capacidad de organizarse, voz para protestar por los desaparecidos, los torturados. Pero otras disidencias no estaban agrupadas políticamente y quedaron invisibilizadas. merecen ser recordadas. merecen un lugar en la historia y el reconocimiento de que el estado les atacó de manera sistemática”.

–Se trata de graves violaciones contra una gran cantidad de disidencias políticas y sociales en el país.
–Ese es uno de los principales hallazgos, además de sistematizarlas en un solo documento. Son muchas cosas que habían sido planteadas por otros investigadores, por activistas. Se trató de reunir todo eso para darle sistematicidad, algo muy importante.
La Sedena, el principal antagonista del MEH
La COVEHJ o Comverdad “es una comisión extraordinaria que trabajó en condiciones ordinarias, con presupuestos raquíticos, con salarios paupérrimos. Sin oficinas, con pocas computadoras disponibles. Sin posibilidad de hacer los viajes necesarios para la investigación”. Esto, respecto a lo burocrático, relata el comisionado.
Pero si hablamos de la obtención de los documentos, el Ejército, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), fue el principal antagonista.
“Los investigadores vivimos la obstrucción del Ejército, primero en una colaboración pasiva y después en una obstrucción activa para el acceso de documentos. Además, la falta de colaboración desde la Secretaría de Gobernación para que nosotros pudiéramos tener acceso a archivos muy importantes, entre otros el archivo del Estado Mayor Presidencial”, expone.
“Nosotros contamos en La forma del silencio, un libro que es parte del informe, cómo durante meses en el archivo histórico de la Sedena los investigadores sufrieron la obstrucción activa del Ejército para que pudiéramos acceder a esos documentos”.

El pasado que siempre se relaciona con el presente
¿Cuál es la relevancia de explorar hoy una etapa como la guerra sucia?
Nosotros hicimos un trabajo inminentemente histórico, sobre el pasado, pero que establece relaciones desde el presente. Creemos que fue en ese periodo cuando se crearon los nudos de impunidad que siguen permeando el presente en México. Esto en las décadas de los setenta y los ochenta. Creemos que es muy importante denunciar que en ese periodo fue cuando se dio la génesis de la represión y de la impunidad que vivimos aún en el presente. Pienso en las procuradurías y fiscalías, en jueces, en las policías, que nunca fueron renovadas o no renovadas del todo.
“Nombres y apellidos que vemos en esa época, siguen vivos hoy –enfatiza Pérez Ricart–. Están presentes en los mecanismos de impunidad de hoy, que continúan a la fecha. Nosotros les llamamos factores de persistencia”.
Surgirán más testimonios y nueva documentación
Lo dijeron ya los comisionados que elaboraron el informe Fue el Estado (1965-1990). Informe final del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico: este periodo se podría investigar por mucho tiempo y ni siquiera así podríamos terminar de entender todo lo que pasó.
Pérez Ricart dice que “las atrocidades fueron de tal tamaño y escala, que es imposible tantos años después poder rastrearlas por completo. Son atrocidades que no se pueden documentar en su totalidad. Aunque nuestro trabajo es bastante extensivo, no tiene una pretensión de abarcarlo absolutamente todo.
“Hay muchas víctimas que murieron ya, que no tienen familiares o que no quieren dar cuenta de su sufrir en ese periodo. Y estas víctimas, simplemente, en algunos casos morirán en el olvido.
“Es una investigación que necesariamente está limitada por el contexto, estamos hablando de un periodo del 65 al 90, en donde ya no podemos realmente documentar todo. Aún así, nos dimos cuenta de que mientras más explorábamos contextos y víctimas, más encontrábamos graves violaciones a los derechos humanos”.
¿Qué ha pasado tras la publicación del informe?
–En estos días más gente se ha acercado a nosotros. Quieren dar su testimonio, nueva documentación. Lo que nos dice que el periodo lejos está de esclarecerse por completo. La comisión es un punto y coma, tres puntos suspensivos, es un paso muy importante, pero de ninguna manera damos el punto final al trabajo de esclarecimiento.
No se persiguió sólo a disidentes políticos
Antes de la presentación del informe se pensaba que los reprimidos de aquel periodo habían sido, en su gran mayoría, actores políticos y opositores al gobierno. Fue el Estado (1965-1990) revela que la persecución abarcó a diversos grupos sociales.
Para el comisionado, esta información es lo fundamental y más relevante del informe. “Es lo que subrayamos y quisimos poner en primer lugar. Afortunadamente, los grupos de izquierda tuvieron conciencia de clase, la capacidad de organizarse, la voz para protestar por los desaparecidos, torturados. Son grupos que han luchado durante décadas para que se haga justicia.
“Sin embargo, otras disidencias no estaban agrupadas políticamente, no tenían, digamos, una lucha política detrás y quedaron invisibilizadas. Quedaron completamente fuera de la narrativa de la represión del Estado en este periodo. No hubo colectivos de víctimas que se plantaran en el Zócalo a luchar por su memoria, por ejemplo”.
¿Qué era necesario hacer?
–Nosotros creemos que estos grupos merecen ser recordados. Que merecen un nuevo lugar en la historiografía mexicana y el reconocimiento de que el Estado hizo daño y atacó de manera sistemática y generalizada a muchos de estos grupos. El informe es una primera piedra que ponemos para pensar en estas comunidades de víctimas, que, insisto, no están organizadas, que empezaron, en todo caso, a organizarse gracias al informe.
“La esperanza es que el informe sea un vector de organización y mecanismo para que se puedan organizar, para que puedan cumplir sus demandas. Y, fíjate, en tanto ciudadanos, no tanto como víctimas. Ciudadanos sujetos de derecho y personas que también tienen acceso a la justicia, a la búsqueda, a la memoria”.
Mucha gente no supo del alcance de la represión
La palabra contrainsurgencia es clave en Fue el Estado (1965-1990). Carlos Pérez Ricart considera que otra de las grandes contribuciones del informe fue documentar los circuitos de contrainsurgencia, su funcionamiento, nombres, apellidos de ejecutores, “demostrando que no eran manzanas podridas, sino parte del funcionamiento del sistema”, afirma en entrevista.
El producto de la amplia investigación realizada por el MEH “sirve para las universidades, para las preparatorias. Es fundamental para adentrarse a la historia de México. Es una catástrofe que muy poca gente conozca qué sucedió. Gran parte de la población nunca se enteró de esto. Para muchos, el 2 de octubre, en el 68, y el halconazo, en el 71, son los ejemplos únicos de represión estatal”, lamenta.

“Cuando uno habla de la guerra sucia en México piensa en esos momentos, cuando en realidad, a juzgar por los números y las víctimas, hay otros eventos, quizá mucho más violentos, que esos dos. Sin embargo, están fuera del análisis. Lo que hace el informe es subrayar esos casos y decir: la contrainsurgencia fue más amplia, más extensiva y mucho más dañina en el país de lo que pensamos”.
Los militares reprimidos fueron víctimas también
Llegaron muy lejos. ¿Se podría ir más allá para que el periodo de la Guerra Sucia sea más claro?
–Este informe es solamente una pista. Ofrece pistas. Es hora de que nuevos investigadores, periodistas, estudiantes, trabajen sobre eso. Es un insumo para ellos. No ofrece palabras definitivas. Se llama informe del MEH… es parte de la Comisión para la Verdad, pero no es una verdad final o una verdad con un punto final, sino una posibilidad para que otros y otras continúen las comisiones de la verdad.
El informe revela que también hubo militares que se rebelaron, que no quisieron reprimir y recibieron castigo por ello.
–Fíjate que eso fue más resultado de la necesidad empírica. Haciendo las campañas de testimonios, mucha gente se nos acercó y nos planteaba que su hijo, su hermano, su papá, habían estado en el Ejército y habían sido reprimidos. Eran víctimas también, y había que escuchar a esas víctimas. Así que fue resultado de la propia necesidad empírica de escuchar todas las voces, incluyendo aquellas de miembros de Ejército violentados por sus propios mandos. Nos pareció importante y lo incluimos.

