Fábrica de Periodismo
Entrevistas
Apoyar a la Fábrica
“Tengo que recordarle a la gente que sigo aquí”
Foto: Carlos Acuña

Cecilia Toussaint, cantante y actriz

“Tengo que recordarle a la gente que sigo aquí”

Cecilia Toussaint tiene fiebre. Desde hace dos días sufre de un dolor de cabeza y dolor de huesos. Aun así, insiste en responder la llamada y continuar con esta entrevista. Pese al virus que la ha devastado en estos días “de manera tremenda”, su voz suena clara, suena fuerte. Dice que no ha dejado de trabajar, cantar y vocalizar en estos días: “Me sentía miserable, pero mi voz suena muy bien: mantengo mi voz siempre trabajada y muy cuidada”, reitera. “Mi voz responde en los peores momentos”.

A sus 66 años, no tiene que demostrar ya nada: su voz es una de las más potentes del país y varios de sus discos son estandartes generacionales, retratos íntimos de esta ciudad y de su historia enloquecida, desde tiempos del PRI. Y sin embargo, después de abandonar el camino de las grandes disqueras y optar por la autogestión, luego de perder a dos de sus tres hermanos en poco tiempo, Cecilia Toussaint lucha hoy por mantenerse en los oídos de la gente: “Me enfrento a la madurez: es difícil tener que recordarles que sigo aquí, que sigo activa, que sigo cantando”.

Intérprete de las canciones de Jaime López, Pepe Elorza, José Manuel Aguilera o Consuelito Velázquez, además de actuar en telenovelas, series y películas, también ha prestado su voz como actriz de doblaje, ha sido locutora, participa en el programa Leo, luego existo en donde lee en voz alta fragmentos de la obra de Rosario Castellanos. Este sábado 8 de febrero, Cecilia Toussaint se presentará en el décimo aniversario del foro Bajo Circuito, ubicado en el bajo puente de Circuito Interior, a la altura de Juan Escutia, colonia Condesa.

Se dice que todos los días tomas clases de canto.

Entrenar y tomar clases para mí es fundamental. La voz es un músculo que debe estarse estirando, lubricando, ejercitando y más aún con la edad. Para que se mantenga firme, fuerte. Yo creo que los maestros, por ejemplo, deberían tomar clases de voz. Toda la gente que usa la voz como medio de comunicación, de manera profesional me refiero, debería vocalizar. La voz es un instrumento y necesita dársele mantenimiento.

A mí me da mucha seguridad, la verdad, entrenar todo los días. Tengo un maestro desde hace muchísimos años: Óscar Sámano. Yo tomaba con él clase dos o tres veces por semana. Pero hace dos años sufrí una neumonía y fue un momento muy difícil, duro. Porque no estaban seguros de qué estaba pasándome. Tengo la fortuna de estar en el INER en donde siempre estuve cuidada, protegida. Pero, a partir de entonces, comencé a tomar clase diario porque Óscar me dijo: “Yo puedo apoyarte para mejorar tu oxigenación”. Y empezamos a trabajar diario, eso le vino fantástico a mi voz.

Tú voz parece que se ha fortalecido con los años.

La voz es un instrumento tan delicado y, como lo cargas contigo a todos lados, se ve afectado por todo lo que te sucede, emocional y físicamente. Es un instrumento que hay que proteger y estar pendiente. Yo he aprendido no sólo que la disciplina es fundamental sino que la oportunidad de aprender más siempre está ahí, en todo momento: sólo hay que tomarla.

 Creciste y has pasado buena parte de tu vida en el sur de la capital, ¿cómo fue crecer en ese Distrito Federal de los años 70?

Yo siempre fui muy de casa, la verdad. Pero tuve muchos amigos que eran pues de mi colonia, de mi barrio. En esos tiempos sí, la colonia donde vivías era tu eje, tu centro. Fue con el trabajo y la música que comencé a abrirme a la ciudad. 

Pero sí, el sur siempre fue mi refugio de alguna forma. Después de vivir en la colonia Crédito Constructor, viví en San Ángel, luego en San Jerónimo, después me fui más al Sur, a Morelos, y luego regresé a Tlalpan. Siempre he estado por aquí. En aquellos años comenzaban a haber más espacios para presentarse como músico. El Hip 70, por ejemplo, fue un lugar súper importante para mí. En principio era una tienda de discos, yo por eso lo conocía, porque era el lugar donde yo acudía a comprar discos siendo una chavita. Entonces un día, yo ya tocaba con Arpía, fui con Armando Blanco, el dueño, para que nos diera chance de tocar ahí. Así, tal cual. El Hip 70 era, de alguna manera, un hoyo fonky. Y bueno, en aquellos años estaba Rockotitlán, La Rockola, el Ágora, más al sur estaba Casa de la Paz. Ahí empezó mi carrera: en esos pequeños espacios.

Cecilia Toussaint
Cecilia Toussaint en el Teatro de la Ciudad. Foto: Carlos Acuña

Con Arpía comenzaste a tocar para un público más hostil:  los rocanroleros, los chavos banda de las periferias.

En mi cabeza, en mi corazón, no había esas distancias. No había diferencias sociales o de ubicación. Para mí era público y eso ya era mucho. Yo tenía ganas de tocar y de que la gente me escuchara. Y los espacios que me abrían eran esos: el Hip 70, la Arena de Luchas de Tlalnepantla, eran los hoyos que había en la periferia de la ciudad. Y sí pues: llegaban los Panchitos y los chavos de otras pandillas quienes al principio fueron muy agresivos conmigo.

Yo en ese entonces hacía telenovelas, actuaba en telenovelas al mismo tiempo que hacía rock. Entonces sí era medio chocante que de pronto se subiera a abrirle al Tri una chava que salía en Cautiva, la telenovela de las seis de la tarde. Entonces sí: me gritaban, me chiflaban, me gritaban que me bajara, no me dejaban cantar. Pero yo aguanté, aguanté vara. Tenía muchas ganas de cantar y de mostrar mi trabajo. Sí, tuve que generar un personaje pues un poco fuerte para aguantar, un personaje que no siempre me gustó, ¿eh? Pero necesitaba estar bien parada allí en el escenario para que no me tumbaran, para que no me aventaran cosas. Hasta que se fueron acostumbrando y, más que nada, yo pienso que me creyeron. En el fondo era eso: no me creían, pensaban que yo no pertenecía a esos ambientes. Pero yo sentía que sí. Había allí una actitud, una manera de sentir que para mí era muy similar a la de ellos aunque viviéramos realidades distintas. Había, pese a todo, un lenguaje en común.

Tú has cantado muchos otros géneros, además de rock. ¿Qué encontraste en él que te hizo abrazarlo con tanta fuerza?

Yo venía de La Nopalera, que fue mi primer grupo, digamos, profesional. Luego estuve haciendo mi proyecto yo sola con boleros,  lo cual era algo muy natural para mí porque crecí en una familia donde se oía música todo el tiempo y en casa de mi abuela materna el bolero era algo primordial. En casa de mis papás, todas las fiestas giraban en torno a un piano y una guitarra. Y lo que se tocaba eran boleros. Entonces, pues el bolero era algo natural para mí: realmente me gustaba.

Pero entonces empezaron a pasarme muchas cosas a nivel personal. Enfrenté algunas cosas fuertes, fui madurando. Y empecé a sentir la necesidad de cantar distinto, de cantar otras cosas. Yo no puedo forzar nada: para mí el rock era una necesidad expresiva. No era una bandera, era una necesidad.

El cello que incendia la Ciudad de México

¿A qué te estabas enfrentando en esos años?

En ese momento, a estar sola. A ser mamá, muy joven, y tener que luchar por mi vida sola. Yo me separé del papá de mi hija cuando ella tenía año y medio. Necesitaba una postura ante la vida para poder salir adelante, contra viento y marea. Por eso también trabajaba como actriz. Gracias a eso podía tener los recursos para seguir cantando: no lo hubiera logrado de otra forma, además de que era parte de mi profesión y me apasionaba ser actriz.

Yo siempre he sido la que dice lo que no le gusta. Yo abro la boca para decir: esto soy yo.  Nunca fui alguien que pudiera cerrar la boca, no puedo callarme. Prefiero hablar, prefiero decir. Tiene que ver con mi forma de estar en el mundo. Y eso a veces me ocasionaba problemas. Luché mucho por estar sola y salir adelante. Parece broma pero en aquella época los caseros no querían rentarme un departamento porque, claro, yo era una chavita que cantaba rock y ¡además mamá soltera! Me enfrenté a eso muchas veces, por poner un ejemplo.

Y ahora, ¿a qué te enfrentas?

A la madurez. A ser una mujer ya grande. O sea, no tengo ya 20 años. Soy una mujer mayor. Eso es un problema en este país, no sé si en todo el mundo. “Es que ya estás muy grande”, “Es que ya chole”, “Pues es que ya está viejita”. Pues no: aquí sigo y sigo activa y sigo haciendo lo que me gusta, cada vez que puedo saco material nuevo. Me estoy renovando y estoy buscando. Seguiré buscando hasta que me muera. Porque creo que a vino uno aquí: a moverse y no dar por sentado nada. Entonces yo sí me pongo a hacer cosas diferentes, me arriesgo. Es lo que necesito para hacer mi trabajo: si yo no voy por la vida cantando con lo que yo soy y siento, no puedo hacer bien mi trabajo. Y a mí me gusta hacer bien mi trabajo. Entonces, pues a eso me enfrento ahora: tengo que recordarle a la gente que sí, tengo la edad que tengo pero aquí sigo, activa y sigo cantando. Y voy a seguir cantando. A eso me enfrento.

View this post on Instagram

A post shared by Cecilia Toussaint (@cecitoussaint)

En México, a las mujeres que participaron en la industria de la música antes de los 90 les suelen preguntar: “¿Cómo fue ser mujer en un ambiente tan masculino como el rock?”.

A mí me cuesta mucho responder esa pregunta. Sí era un ambiente predominantemente masculino. Pero hubo mujeres antes que yo. Maru Enriquez, Kenny, por ejemplo. Y yo, además, crecí entre puros hombres y soy la única hermana en una familia de cuatro hombres. Y vi a muchos hombres pasarlas igual de negras que yo en este ambiente. Al mismo tiempo, ahora cuando hacen eventos o festivales de puras mujeres, no me invitan. Es algo muy curioso. Mi vida ha sido así: siempre estuve rodeada de hombres, las reuniones en mi casa, los amigos de mis hermanos, las comidas siempre estaban llenas de amigos. A lo mejor a veces yo invitaba a alguna amiga, pero rara vez.

Cecilia Toussaint en el teatro de la Ciudad, durante la presentación de El lado sur de mi corazón. Foto: Carlos Acuña

Estaba por tirar la toalla, ya muy cansada de la música, de pelear todo el tiempo. trabajé un par de años, con mucho empeño, en un disco en el cual colaboró Café Tacvba, Alex Syntek, Zoé…firmé con una disquera para hacer la distribución Pero lo dejaron guardado por años, no sé por qué. Estuve a punto de decir: “Ya estuvo, no vale la pena tanto esfuerzo”.

La mayoría de las canciones que interpretas fueron escritas por hombres: Jaime López, Pepe Elorza…

Sí. Y no tengo un problema con eso. Son las canciones que yo quise cantar, son las canciones por las que yo aposté y sigo apostando.

Se ha hablado mucho de tu interpretación de las canciones de Jaime López, pero también has trabajado con canciones de José Manuel Aguilera, de La Barranca, por ejemplo.

José Manuel es uno de los más grandes guitarristas de nuestro país. Pero es también un compositor magnífico, un muy buen intérprete y alguien que siempre se está renovando, buscando, investigando. Yo me identifico con él por eso y, bueno, me cae muy bien: es padrino de mi hijo, es amigo de mi marido , de la familia, desde siempre.

Pero sus canciones tienen algo que a mí naturalmente me dan ganas de cantarlas. Yo soy una intérprete de amor a primer oído, siempre lo digo. La canción que interpreto es la que me gusta desde la primera vez que la escucho.  Y José Manuel tiene algo que todas sus canciones me encantan, quizá tendrá una o dos que no tanto pero, la verdad, es que me gusta mucho trabajar con él, ya sea interpretando sus canciones o cada vez que me invita a algún proyecto suyo.

Con Jaime hice una pausa porque necesitaba buscar en otros espacios. Pero él siempre será mi hermano, mi cómplice y mi compositor de cabecera. Con él he vivido cosas invaluables. Por esa misma búsqueda conocí también otro compositor: Ricardo Salvador, a quien conocí porque fui jurado para las becas María Grever, que otorga la Sociedad de Autores y Compositores junto al Auditorio Nacional. Estaba yo calificando los trabajos cuando de pronto apareció una canción que tuve que escuchar varias veces: me enamoré profundamente de su trabajo. Años después lo busqué hasta que hicimos un disco juntos: Faro.

Y trabajaste con Consuelo Velázquez. Contigo hizo su último proyecto en vida.

Bueno, sí. He trabajado con muchos compositores varones pero también interpreté a La Mujer.

¿Cómo fue conocerla y trabajar con sus canciones? ¿En qué momento estabas?

Estaba por tirar la toalla. Estaba ya muy cansada de la música, de estar peleando todo el tiempo y no conseguir lo que yo soñaba. Había trabajado un par de años en un disco muy bonito, en el que había puesto mucho empeño. Era un disco en donde colaboraba Café Tacvba, Alex Syntek, los de Azul Violeta, Zoé, Jumbo, Chetes, mis hermanos. Había firmado con una disquera para hacer la distribución, nada más la distribución porque todo el disco lo hice yo por mi parte. Pero la disquera lo dejó guardado no sé cuántos años porque no le interesaba o no sé por qué. Estaba yo muy sacada de onda y a punto de decir: “Ya estuvo, no vale la pena tanto esfuerzo”.

Entonces me invitaron al Centro Nacional de las Artes a un concierto en homenaje que se iba a dar a compositoras mujeres, por intérpretes contemporáneas a mí. A mí me sugirieron cantar algunas canciones de Consuelo Velázquez. Pregunté si la podría yo conocer. Y sí: ella me recibió en su casa. Vaya, era una mujer bellísima, un ser humano increíble, de una sensibilidad particularmente poderosa y un gran sentido del humor. Impresionante su idea en torno a la música, la creatividad, la armonía. Sentarse a verla tocar el piano era un regalo de la vida, de verdad.

Yo quise que ella eligiera el repertorio, que ella me enseñara qué canciones le parecían importantes. Quería aprenderme sus canciones tal como ella las había imaginado, que ella me enseñara a cantarlas. Ella generosísimamente me dijo que sí y empezamos a trabajar, todos los días iba yo a su casa a aprenderme sus canciones. Ella montó todas las canciones conmigo. Ella en el piano montaba la melodía, yo se la cantaba y me corregía.

Así montamos el repertorio para ese concierto y, en el camino de ese montaje, una tarde ella me dijo: “Quiero que tú grabes todas mis canciones”. ¡Ándale! “No, pues con mucho gusto”. Pero pues yo soy una artista independiente, yo no tengo disquera: todo lo que yo hago lo hago con mi dinero y con mis recursos. Era una tarea difícil pero la asumí. A la fecha grabé el Volumen I y II de Para mí… Consuelo. Me falta el tercer volumen para completar todo su repertorio. Desgraciadamente es un pendiente que tengo. Logré grabar con ella Bésame Mucho, en su casa. Ella también estuvo presente en la presentación del Volumen I, en el Teatro de la Ciudad, aunque ya no pudo tocar. Poquito después de eso fue que se cayó en su casa y entró al hospital, ya no salió. Yo estuve ahí con ella, con ella y con su hijo, cuando murió.

Consuelo te heredó una canción personalmente.

Sí. Dejó tres canciones inéditas: una para Luis Miguel, otra para el Recodo, otra para mí. Tengo pensada incluirla en el Volumen 3 pero, bueno, es difícil. Sobre todo porque lo quiero hacer bien. Espero lograrlo.

¿Qué fue de Producciones al Vapor?

Eso fue un poco antes. Yo le había pedido mi carta de retiro a Sony. Porque después de Sirena de Trapo pues yo estaba un poco triste. Porque yo no les estaba donde lo que ellos esperaban ni ellos a mí. Con Fico Gutiérrez, que era mi tecladista, decidimos hacer Producciones al Vapor para sacar mi música como un sello independiente. Pensábamos que con otros amigos podríamos producir más cosas. Uno nunca deja de soñar. Luego cada quien agarró su rumbo y pues como cada disco que he sacado siempre lo he sacado de manera autogestiva, pues le pongo siempre ese nombre: Producciones al Vapor.

«Yo nada más soy un pinche rolero»

Decías que la voz es un instrumento delicado que puede ser afectado por cualquier situación física o emocional. Tú perdiste a dos de tus hermanos en un periodo corto de tiempo. ¿Cómo afectó eso tu voz?

Tremendo. A mí me pasó que de plano no podía yo abrir la boca después de su muerte. Fue desgarrador. No pude cantar durante mucho tiempo. No podía ni llorar. Se me fue la voz. Con mi maestro, él con mucho amor, estuvimos trabajando durante mucho tiempo en eso.

Así fue hasta que tuve un momento muy fuerte en el estudio. Fue cuando mi esposo, Alfonso , me invitó a hacer voces para su disco solista que me atreví a volver a cantar. Porque no podía. Estaba yo por grabar unos coros en un track cuando yo entré en un trance muy, muy oscuro. Afortunadamente allí estaba mi marido y José Manuel que me contuvieron, me ayudaron a no caer. Sí, la tristeza permeó, el dolor. Y es algo que no se va a ir ya.

Creciste en una familia de músicos y, con Alfonso André, creaste una familia de músicos. Tu hijo Julián ahora toca contigo, ¿cómo te sientes de eso?

Es gigante. Un regalo tremendo. Que Julián esté conmigo en el escenario sobrepasa cualquier cosa para mí.  Él no sólo toca la batería conmigo, también me produjo un disco –Cromático– y pues es una suerte colaborar con un músico así . Lo respeto muchísimo, lo admiro como músico. No tocaría conmigo si no fuera así. Independientemente de que sea mi hijo. Pero es que además es mi hijo. Y entonces nuestra comunicación es distinta: nos conocemos como nadie. Arriba del escenario sabe cuando me siento cómoda, sabe lo que necesito, lo que significa cada gesto mío y la música entonces es una conversación amorosa, un juego profundo. Eso me pasaba con mis hermanos también, ¿sabes? Crecer con ellos fue difícil, todo hombres, todo eso, pero también fue muy divertido. Ellos me hicieron aprender, me hicieron crecer. Y fue un placer siempre trabajar a su lado. El sentimiento es muy similar a lo que siento hoy con mi hijo. Soy afortunada.

View this post on Instagram

A post shared by Cecilia Toussaint (@cecitoussaint)

Síguenos en google-news

Síguenos en Google Noticias

Por: Carlos Acuña

La actualidad de la fábrica directo a tu buzón.

Suscríbete a nuestra newsletter vía correo electrónico o a nuestro canal de WhatsApp y te enviaremos lo más relevante de Fábrica de Periodismo.


Unirse al canal
Fábrica de Periodismo

Síguenos:

Fábrica de:

  • Reportajes
  • Investigaciones
  • Entrevistas
  • Noticias
  • Cómo aportar
  • Nosotros
  • Contáctanos
  • Aviso de privacidad
Fábrica de Periodismo

Fábrica de:

  • Inicio
  • Reportajes
  • Investigaciones
  • Entrevistas
  • Noticias

Explorar por tema:

  • Cultura
  • Derechos Humanos
  • Internacional
  • México
  • Seguridad
  • Sociedad
  • Nosotros
  • Contáctanos
  • Cómo aportar
  • Aviso de privacidad