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El Partido Verde, una historia de trampa y traición
Fotografía: Daniel Augusto | Cuartoscuro.com

Tito Garza, autor de "La mafia verde"

El Partido Verde, una historia de trampa y traición

¿Quién conoce a un votante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM)? ¿Quién conoce a alguien, un hombre o una mujer, que haya decidido votar no por las alianzas partidistas de las que forma parte, sino que haya ido, con convicción, hacia las urnas este de 2 de junio y haya buscado en su papeleta el clásico logotipo del tucán para tacharlo?

Juan Jesús Garza Onofre se ha hecho estas preguntas desde hace un tiempo, desde que decidió escribir en coautoría un libro que es, en realidad, una especie de enciclopedia del lado oscuro de ese partido.

 “Claro –dice–, deben existir esos votantes pero, vaya, yo quiero conocer a uno. Porque lo que hace el Partido Verde es lucrar con su electorado y lucrar con los puestos que consigue”.

Han logrado colocar algunos candidatos atractivos, llamativos, como el Pollo Gallardo (Ricardo Gallardo Cardona) en San Luis Potosí, o como Manuel Velasco (exgobernador de Chiapas). “Han sabido articular una estrategia populista que incluye la entrega de despensas, entrega de mochilitas verdes, entrega de vales escolares, por ejemplo, para mantener una base de votantes que históricamente oscila entre el 5 y el 8 por ciento”.

Tito Garza Onofre, como se le conoce en los medios y redes sociales, es licenciado en Derecho, maestro en Estudios Avanzados en Derechos Humanos y Argumentación Jurídica también es doctor en Filosofía en Derecho.

Además, junto a la analista y especialista en derecho electoral, Paula Sofía Vázquez Sánchez, es autor del libro La mafia verde: traición, política y escándalos del Partido Verde Ecologista de México.

El libro parte de la mera curiosidad. En México existen enciclopedias, tesis y estudios y ensayos sobre la historia y naturaleza de los partidos tradicionales, de partidos como el PRI, el PAN, el PRD, y ahora de Morena. Se ha escrito demasiado de ellos.

No ha pasado lo mismo con los partidos pequeños, usualmente devorados por su propia historia, que no logran permanecen en las boletas. Hoy en día pocos recuerdan al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (el PARM) o el Partido Demócrata social (mejor conocido como el Partido de la Rosa) fundado por Gilberto Rincón Gallardo, o el Partido Popular Socialista.  

Y, sin embargo, el Partido Verde permanece. Desde su creación, a fines de los años 80; luego, en su primera participación en la vida electoral en el 94, se ha mantenido con un crecimiento sostenido.

“A mí –comenta Tito Garza Onofre– no me preocupa la nueva hegemonía de Morena. Las hegemonías se terminan. Me preocupa la permanencia de un ente como el Partido Verde, especialista en violar la ley y en hacer de la política un negocio. Lo vemos ahora, con la alianza con Morena”.


Después de apoyar en el año 2000 la candidatura del panista Vicente Fox, de aprobar las reformas estructurales del expresidente Enrique Peña Nieto en el sexenio que arrancó en 2012 y de postular en 2018 al también priísta José Antonio Meade como su candidato a la Presidencia, el Verde lo hizo de nuevo en la pasada elección: traicionó a sus antiguos aliados y se sumó a la coalición de Morena y el Partido del Trabajo.

Hizo, de manera simbólica y significativa, que la hoy presidenta electa Claudia Sheinbaum se vistiera de verde.  

Así, con un historial de violaciones a la ley y tranzas políticas, este partido podría ser el segundo grupo partidista con mayor representación en la Cámara de Diputados: 77 legisladores. En la Cámara de Senadores podría obtener hasta 15 espacios si no prospera la impugnación contra la sobre-representación de los partidos ganadores. Ni el PRI, ni el PRD, ni el PAN tendrían ese poder en el Congreso. 

–Hay que repetir algo, porque ha causado confusión en redes sociales y en algunos medios –advierte Garza Onofre–: el Partido Verde no es la segunda opción más votada, ¿eh? Fue el quinto partido más votado, como históricamente lo ha sido. Pero ellos han encontrado la forma de impulsar a sus fichas en los estados donde tienen más apoyo, Chiapas, San Luis Potosí, sin necesidad de alianzas, mientras avanzan en los convenios de coalición. Todo para inflar su lista de plurinominales.

Quizá no en este trienio, quizá no en este sexenio, pero tarde o temprano esa alianza con el Verde le saldrá muy cara a Morena.

No sólo eso. Los abogados del Verde, cuenta Garza Onofre, han entendido minuciosamente cómo sacar una tajada del sistema electoral mexicano, aprovechando los vacíos en las leyes electorales o directamente violándolas, con la idea de que el beneficio será mayor que las multas recibidas.

–El Verde rompió con el PAN, rompió con el PRI, y tarde o temprano romperá con Morena –dice–. Quizá no en este trienio, quizá no en este sexenio, pero tarde o temprano esa alianza con el Verde le saldrá muy cara a Morena. Y no lo digo porque yo pueda predecir el futuro, sino porque ese ha sido su papel histórico.


La estrategia del Verde Ecologista no ha dejado espacio a la honestidad y la integridad electoral: ha sido denunciado por incurrir en actos de campaña anticipados, uso indebido de recursos públicos, promoción personalizada con fines electorales, difusión ilegal de informes de labores.

Ha violado las normas consistentemente, como cuando Ricardo Cardona Gallardo, el gobernador de San Luis Potosí, manifestó su apoyo a Sheinbaum en un acto público –la ley prohíbe a gobernadores o funcionarios manifestarse a favor de cualquier candidato–.

Además, intentó aprovechar la legislación electoral en materia de paridad de género y representación de población LGBT+ al registrar a candidatos hombres que se hicieron pasar por población trans.

Las últimas elecciones han sido un breve compendio de lo que está dispuesto a hacer. En las de 2015, 2018 y 2021, el Partido Verde Ecologista pagó a influencers y celebridades como Bárbara del Regil, el “Piojo” Herrera, Sherlyn o Raúl Araiza para que se expresarán en su favor en sus redes sociales como si fueran sus simpatizantes, y así romper la veda electoral, esconder lo que en realidad era publicidad y engañar a las autoridades.

En 2015 estuvo a punto de perder el registro como partido político, pero la mayoría de los entonces consejeros del INE, encabezados por Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, le perdonaron la vida.

Lorenzo Córdova argumentó que cancelarle el registro ante las irregularidades cometidas era “una sanción extrema”. Y Murayama fue aún más lejos en ese entonces: “El Partido Verde no es indispensable para el pluralismo, pero sí es imprescindible para la democracia mexicana que el INE agote todas las sanciones antes de llegar a la pena máxima”, indicó Ciro Murayama.

En 2022, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación impuso una multa de 118 millones de pesos al partido por violar la ley electoral, así como multas particulares a cada uno de las celebridades, además de una disculpa pública en los mismos medios en los que se expresaron.

El INE tiene responsabilidad: tuvo la oportunidad de quitarle el registro a un partido que viola sistemáticamente la ley electoral y la dejaron pasar.

Para Tito Garza, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, eso no tiene sentido. “¿Y de qué sirvió esa multa? De nada. Le siguen dando dinero público al Verde y consiguieron su objetivo: tienen más visibilidad. El árbitro electoral sí tiene una responsabilidad: tuvieron la oportunidad de quitarle el registro a un partido que viola sistemáticamente la ley electoral y la dejaron pasar. Eso es lo que yo no entiendo”.

Y hoy es gracias al Partido Verde Ecologista de México, por ejemplo, que Morena podría obtener una mayoría calificada en el Congreso de la Unión. 

Para eso los quería Morena de aliados, destaca Garza Onofre: “Querían el carro completo y un poder hegemónico que pudiera eliminar cualquier atisbo de oposición. Claramente, el mejor socio era el Verde. Pero fíjate: esas son las estrategias para darle vuelta a la ley, para encontrar recovecos y minucias donde hacer trampa”.

La Constitución habla de un máximo de 8 por ciento de sobrerrepresentación. Ellos van a tener 16 o 18 por ciento. “Pero esa reforma constitucional se hizo cuando no se permitían estas alianzas. Esa es la cosa. Deberíamos evitar eso, quizás volver al esquema de boleta única”.


La historia del Partido Verde abunda en traiciones y escándalos. Su fundador, Jorge González Torres, padre del Niño Verde y hermano de Víctor González Torres –el dueño de Farmacias Similares, el Doctor Simi original que, en otros momentos, también ha buscado la Presidencia–, se vendió públicamente siempre como un opositor al PRI, pero lo hizo después de que el PRI le negó el acceso al partido.

Garza Onofre y Paula Sofía Vázquez narran estas historias en La mafia verde. En los años 80 no existía en México un interés tan visible por el cuidado del medio ambiente. Así que el mito de origen del Verde se remonta a las brigadas vecinales del entonces Distrito Federal que se movilizaron para impedir la pérdida de espacios verdes.

Así surgió el Movimiento Ecologista Mexicano (MEM), una congregación amplia de vecinos que se definían como apartidistas, pero que buscaban incidir en las políticas gubernamentales de protección de ecosistemas y especies en riesgo.

Es cuando aparece Jorge González Torres: un empresario inmobiliario, beneficiario de una herencia farmacéutica millonaria y aspirante a político, que intentó convencer a una facción del MEM de la necesidad de crear un partido para ocupar puestos clave en el gobierno y así lograr sus objetivos.

Tuvo el talento de ver que la agenda medio ambiental sería uno de los temas más importantes en las décadas por venir.

“Él entendió muy bien aquel momento histórico del priato, cuando el ecologismo era sólo la capa de ozono y el smog. No todo lo que ocurre hoy. Es un visionario que entendió eso y otras cosas: como que venía un nuevo régimen, de la mano de la pluralidad partidista, la alternancia”.

Y entendió, comenta Tito Garza, que el negocio no consistía en crear un partido tradicional y de masas, como el PAN o el propio PRD, como lo es hoy Morena, sino que se necesitarían otras fuerzas políticas que le posibiliten a esos partidos su operación.

Entendió que no era necesario que lucharan por una causa, ni por un mejor país. Para nada.

“Luchan por poder. Por el poder que tarde o temprano pierden los grandes partidos políticos. Morena también lo va a perder”. Y ahí, concluye Garza Onofre, estará el Verde, cambiando de bando una vez más si es necesario”.

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Por Carlos Acuña

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