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“México es el país de los padres ausentes”

Diana Luz Vázquez, promotora de la Ley Sabina

“México es el país de los padres ausentes”

Una llamada, dos llamadas, tres llamadas. Cada intento era en vano. El celular del padre de su hija estaba apagado. El hombre desapareció apenas se enteró que sería papá. Durante los nueve meses de embarazo, no mostró interés por la salud del bebé ni de la madre. No se presentó a ninguna cita médica de seguimiento, ni siquiera a las pruebas de laboratorio, los ultrasonidos o el parto.

“No supe del señor durante casi tres años”, recuerda Diana Luz Vázquez. “Se desapareció como se desaparecen muchos hombres de la vida de las mujeres ya que se embarazan, me apagó el teléfono“.

El pacto que habían hecho se rompió. Él había prometido que contribuiría con los gastos del embarazo y el cuidado de la niña, pero no fue así.

En 2017, cuando nació Sabina, Diana Luz se convirtió en una madre autónoma: asumió en solitario la responsabilidad de generar ingresos, de criar y cuidar a su hija, de realizar las labores diarias en casa. Su hogar se sumó a los más de 4 millones 180 mil que hay en México con padres ausentes, según el Inegi.

Dos años después, inició un juicio para exigir al padre de su hija una pensión alimentaria. En el camino se topó con estigmatización, revictimización, gastos impagables, sin solución a la vista. Cambió la estrategia legal por la protesta: organizó un tendedero en Oaxaca para exhibir, con nombre y fotografía, a hombres que como el progenitor de Sabina eran deudores alimentarios.

Una avalancha de casos comenzaron a llegar a sus manos. Madres que, como ella, se encontraron solas en el embarazo, abandonadas por padres que no reconocían ni se hacían cargo de sus hijos. Ni montando un tendedero en cada plaza pública del país era suficiente para abordar el incumplimiento de obligaciones por parte de los papás.

Decidió promover, junto a distintas colectivas, la Ley Sabina, bautizada así en honor a su hija. A través de su historia y de su lucha, busca proteger los derechos y la dignidad de las infancias en México.


-¿Qué es la Ley Sabina?
-Es un conjunto de más o menos 40 reformas a los códigos civil y penal que buscan que estos señores irresponsables, que no reconocen a sus hijos, que abandonan a mujeres embarazadas o que no se hacen cargo de las infancias tengan sanciones en materia civil y en materia penal.

El año pasado se aprobó la creación de un registro nacional de deudores, que se les cancele o no se les otorgue el pasaporte a los deudores para que no puedan salir del país y también se les restringen las licencias de conducir, pero estos son paliativos al problema real, al problema que tenemos en la calle y en los juzgados.

Lo más importante es que deje de ser un proceso tan cansado y tan burocrático para las mamás y que además terminamos nosotras sorteando los gastos. Por eso estamos proponiendo 40 reformas, que incluyen el tema del pago de la prueba de ADN, el cambio de guardia de custodia y hay otros más que tienen que ver con no otorgarles tampoco permisos.

Específicamente en los casos de los centros de convivencia, estos señores siempre se justifican que no pueden ir. Es decir, obligan a las mamás para que las infancias convivan en estos centros y regularmente 70 u 80% de estos señores no van a sus convivencias. Las solicitan solamente para molestar a las mamás, para hacer que lleven a los hijos y a las hijas, para estarlas desgastando.

Hay mucho que hacer en lo legislativo. Creo que también cada código local tiene sus particularidades, pero en general esas son de las reformas más importantes que contempla la Ley Sabina.

-¿Cuál es el estatus de la ley?
-En estos días se aprueba el registro de deudores en Baja California. Ya se cumplieron los 300 días para que todos los estados tengan su propio registro estatal y esto no está sucediendo, en muchos nos vamos a tener que ir a amparos, hay mucha resistencia. Más de la mitad del país no tiene registro de deudores.

-¿Qué detonó tu interés por abordar el incumplimiento de obligaciones alimentarias a través de una ley?
-Todas las mujeres que atravesamos un proceso de pensión alimenticia terminamos hartas de los juzgados, desgastadas y desmoralizadas de las respuestas que recibimos, muchas de ellas son revictimizantes y vienen de los mismos secretarios y secretarias de juzgados familiares. Nos dicen que es nuestra culpa por haber elegido mal, que estamos jóvenes, que nos pongamos a trabajar o nos reciben con comentarios como: “ay, otra vez usted, señora, el caso no avanza“.

Al darme cuenta de que no obtendría justicia porque el papá de Sabina es abogado y después de pasar por tres abogados y tener un desgaste, pensé: no tengo ni el tiempo ni la fuerza ni la resistencia para terminar este proceso que, además, no sabemos cuándo terminará.

Fue entonces cuando decidí, junto con un grupo de amigas, generar una acción de organización colectiva feminista y llevar a cabo un primer tendedero en Oaxaca, que es el lugar donde vive el deudor, el papá de Sabina. Sabíamos que la exhibida iba a tener mayor impacto. La intención siempre fue que el señor pagara. Si la justicia no llega, decimos nosotras, pues a ver si la vergüenza lo alcanza. En mi caso, el papá de Sabina ya está pagando, orillado por esta exhibición pública.

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-Durante los dos años que estuviste en medio del juicio de pensión alimenticia, ¿contaste con algún tipo de apoyo o con una red de acompañamiento?
-No, son procesos que una pasa en solitario. Una inicia una demanda y lo que tiene que hacer es reunir dinero para pagar abogados y abogadas.

Ya la acción colectiva sí la hice con amigas y, con el tiempo, se fueron acuerpando otras mujeres. Hoy ellas llevan a cabo tendederos en casi todo el país.

-¿De qué tamaño fue el desafío económico que enfrentaste durante el juicio? Porque tenías que mantener a tu hija, mantener tu casa, mantenerte a ti misma y pagar a los abogados.
-Fue muy complicado, yo no iba a resistir. Ya el último estirón fue tratar de que al señor lo citaran para la prueba de ADN, pero para todo piden dinero los abogados: para las copias, para las vueltas que tienen que dar, para notificarle en Oaxaca. Realmente era un desgaste que ya no iba a poder seguir resistiendo y no sabía con certeza hasta cuándo iba a poder continuar el litigio. Por eso, al final decidí soltar el litigio e iniciar la acción colectiva.

-¿Qué tan costoso es el litigio?
-Inicias con 20,000 pesos para comenzar con un proceso de reconocimiento de paternidad o de pensión, y a lo largo del camino vas dando dinero que para otra demanda, que para otro recurso, que ya tienes la civil y que ahora son otros 10,000 o 20,000 pesos para la penal.

No hay no hay un límite para los abogados, es tremendamente caro acceder a la justicia.

-¿Qué tan grande es la problemática de padres ausentes o falta de reconocimiento de la paternidad en México?
-Es altísima. Cuando las personas que realizan el censo del Inegi van a una casa y le preguntan a una mamá: “¿Cuántos hijos tiene?”. Ella responde: “Los tres que usted ve, Juanito, Perenganito y María”. Y cuando le preguntas al hombre que está en esa misma casa, solamente te va a decir los hijos que tiene en esa casa, no te va a decir los que tiene fuera de ella.

Hoy, la gran cantidad de infancias sin reconocer son hijos que, muchos de ellos, nacen fuera de un matrimonio. Y de eso no tienen culpa las infancia ni tampoco las mujeres, porque hemos crecido con la idea de competencia con otras mujeres, del amor romántico y estos señores que dicen que se van a divorciar, nunca lo hacen y nosotras les creemos. Son un sinfín de historias. Tenemos que ir cambiando estas narrativas y no dar pasos: desde no compartir nuestra intimidad o no tener una relación sexoafectiva con un señor que no tenga ninguna responsabilidad afectiva ni emocional y que, además, no demuestre una seriedad en querer paternar.

Esto da una narrativa patriarcal, machista, en una sociedad que culpa a las mamás por ser madres, pero a estos señores que embarazan y que abandonan no los recriminan. La ley está hecha para protegerlos. Ahí tenemos el caso de Genaro Góngora Pimentel. Es una vergüenza que este exministro de la Suprema Corte haya sido un deudor alimentario.

Estas historias se repiten y se repiten también desde quienes tienen el poder y quienes deberían poner el ejemplo. Tenemos diputados y senadores deudores, hombres que desde sus redes de poder no nada más corrompen la justicia sino que las utilizan para violentar a las madres. De ahí viene la violencia vicaria. Hay hombres que no quieren pagar la pensión alimenticia y se convierten en agresores vicarios, es decir, le quitan los hijos a la mamá con tal de no pagar. El 90% de los agresores vicarios son deudores alimentarios.

México es el país de los padres ausentes. Todos y todas conocemos a una víctima de estos señores, o nosotras mismas somos hijas de mamás mal llamadas solteras, yo diría mamás autónomas; o somos nietas de una abuela autónoma o somos primas de una mujer que también fue abandonada. No hay alguien que no conozca a estas mujeres que hemos sido violentadas económicamente, pero también conocemos a hombres que lo hacen. Y con ellos no hay una carga negativa tan fuerte como con una mamá soltera.

-¿En qué momento pasas de la acción colectiva al diseño de una propuesta de ley?
-En el momento en el que las mamás nos van compartiendo sus historias y encontramos coincidencias de cómo hacen estos señores para evadir la ley, nos dimos cuenta de que había que reformar estas lagunas jurídicas.

Por ejemplo, hoy decimos que no se deben conceder cambios de guardia y custodia cuando se anteceden a la pensión alimenticia. No es posible que tú presentes una demanda de pensión y, de inmediato, te contrademanden, pidiéndote cambios de guardia y custodia. Lo peor es que hay jueces que conceden esos cambios de guardia y custodia a deudores alimentarios, a hombres que abandonaron durante el embarazo, a hombres que siguen sin aportar. Esto no tiene sentido, pero está sucediendo.

Otro ejemplo es que el examen de ADN no lo podemos estar pagando nosotras. El Estado tiene que garantizar el derecho de dar un nombre y un apellido a una infancia y, en todo caso, cuando salga el examen positivo, que quien pague sea el señor. Quien está revictimizando, quien está generándole todo el proceso legal a la mamá es el señor. Si el señor desde el principio tiene dudas del ADN del niño, hay “n” cantidad de pruebas ya disponibles, como muestras de cabello y uñas, para que pueda tener certeza.

Pero hacer que una mamá demande, pague abogados y esté yendo a los juzgados es mala fe. Alguien que intima con una mujer sin protección, puede quedar embarazada y hay responsabilidad de ambos, pero al final quienes cargamos la responsabilidad somos las mujeres porque la ley está hecha para que estos señores no respondan y no se hagan responsables de su paternidad.

-¿Qué representan los tendederos como forma de protesta? ¿Han ayudado a generar conciencia sobre el problema?
-Sí, totalmente. Los tendederos han visibilizado la violencia económica y hoy muchas mamás ya no tienen miedo de exhibir a estos señores.

Es una muy buena herramienta para visibilizar a estos tipos y además sirven de prevención para otras mujeres. Si sales con alguien, puedes buscarlo en estos tendederos o en estos registros de deudores para que sepas con quién estás saliendo. Y, a lo mejor, si decides seguir saliendo con un deudor alimentario, ya vas a saber lo que te puede pasar a ti, ya tienes otro ejercicio de conciencia y será tu decisión si continúas esa relación.

-¿Quién eras antes de empezar esta lucha y quién eres hoy?
-Veo que era una mujer con mucho miedo de ser señalada como la puta, la amante, la dolida, la mujer que no tiene dignidad, todas estas características que nos han enseñado a asociar con las mamás solteras. Era una mujer temerosa hasta de iniciar un proceso legal contra un posible agresor, un hombre con poder, un hombre del que había tenido un par de advertencias en torno a que me quería quitar a la niña.

En estos tres años cambié. Hoy soy otra, soy una mujer sin miedo y comparto mi experiencia con más mujeres para que también dejen de dar la comodidad de nuestro silencio a estos señores.

Estoy muy agradecida con la vida por la oportunidad de hacer redes, de tejer sororidad con otras mamás de otros estados. Aunque no nos conozcamos personalmente, en esta lucha nos hemos hermanado y avanzamos juntas.

Me siento una mujer fuerte y segura de cuál debería ser el planteamiento de las políticas de cuidados en este país. Pero, sobre todo, tengo el deseo de seguir aportando a una sociedad más igualitaria, a crear espacios para que las mujeres podamos maternar con dignidad, algo que no sucede en este país.

Diana Luz Vázquez Ruíz activista oaxaqueña e impulsora de la Ley Sabina instaló un tendedero se Deudores Alimentarios en la Cámara de Diputados local.

-¿Has perdido algo en este proceso?
-Sí, no sólo el miedo, sino también mi propia seguridad, me refiero a un tema de integridad física. Estos señores están muy enojados, he tenido ya un par de agresiones, sobre todo en Oaxaca.

Hay muchos hombres enojados y el hecho de estar señalándolos y nombrándolos no les agrada, les molesta mucho. Sí he tomado algunas medidas en torno a mi seguridad y a la de Sabina.


-¿Qué tipo de agresiones has enfrentado?
-Desde que me ponchan las llantas del carro, lo rayan y lo dejaron sin birlos una vez, hasta que me graban y me espían en mi propia casa.

Tengo un vecino deudor muy enojado porque salió en el tendedero, eso en Oaxaca. Saben a qué hora llego y están buscando no solamente lastimarme a mí, sino también al movimiento. Quieren decir: “¿Ven cómo son estas señoras? ¿Para qué quieren el dinero?”. Eso es lo que siempre dicen.

Es complejo en Oaxaca, un lugar con poca seguridad y un gran número de muertes de mujeres activistas y políticas. No es un espacio en el que yo me sienta segura.

Y en la Ciudad de México, que es donde vivo desde hace algunos años, también eres incómoda. Eres incómoda en los procesos electorales y hasta en las propias reuniones familiares o sociales, porque siempre hay un deudor o siempre dicen: “ah, ya van a tocar otra vez el tema”. Pues sí, vamos a tocar otra vez el tema porque es nuestra agenda. Te vuelves un ser incómodo.

-¿Qué has ganado?
-En esto no se puede ganar más que dignidad. He ganado mucha dignidad y motivar a otras mujeres, eso me llena muchísimo. Que me manden mensajes y me digan: “Diana, porque me animé a subirlo al tendedero, el señor ya se comunicó y ya está pagando”, eso llena y te hace sentir que vale la pena esta lucha, vale la pena exhibir a estos señores para ver si así entienden.

Al final, espero que Sabina vea en mí a una mujer que luchó por sus derechos. Espero que se sienta muy orgullosa de su mamá y que, sobre todo, no repita las historias, que tenga una mirada violeta, como decimos nosotras, al relacionarse con mayor conciencia, con una mayor perspicacia, para entender cómo se comportan estos agresores para tratar de evitarlos y ponerles límites.

También es importante que estas infancias que nos acompañan a los tendederos, ya sean niños o niñas, sepan que no es normal procrear y abandonar a mujeres, que no está bien. Eso es bien importante.

Somos comunidad de mamás que nos entendemos, nos agrupamos y luchamos juntas.

Sabina coloca sus huellas en su nueva acta de nacimiento, donde su progenitor la reconoce como su hija. Foto: Archivo Diana Luz Vázquez

Sabina, en la sesión de la Legislatura del Estado de México, donde se presentó la ley que lleva su nombre para sancionar a deudores alimentarios. Foto: Archivo Diana Luz Vázquez

Sabina y Diana participan en un tendedero en 2023. Foto: Archivo Diana Luz Vázquez


-¿Qué dice Sabina sobre esta lucha?
-Va a cumplir siete años. No le entiende muy bien todavía, pero participa en los tendederos y es consciente de que su papá le da una pensión alimenticia, de qué se trata una pensión y por qué es importante que un papá aporte. Es una niña consciente, está viendo a su mamá luchar. Creo que va a tener otra perspectiva del mundo y de la propia vida.

-¿Cuál ha sido el momento más alegre que has experimentado en esta lucha?
-No hay un momento en particular, creo que ir a juzgados, luchar permanentemente en espacios públicos con tendederos y compartir y conversar con nuestras compañeras de este movimiento ha sido muy enriquecedor para todas.

Lo más bonito que tenemos en este movimiento es esto que a lo mejor no tiene un nombre, porque no es una red propiamente, pero sí somos una especie de comunidad de mamás que nos entendemos, nos agrupamos y luchamos juntas.

-¿Hubo algún momento en el que consideraste rendirte?
-Sí, el año pasado que fui a bautizar a mi hija a Oaxaca. Allá vivo en un fraccionamiento privado en Xoxocotlán.

Nosotras exhibimos a los deudores de chile, de limón y de manteca. Una no repara en si los conoces o no. En ese fraccionamiento tengo un vecino deudor que estaba muy enojado. Me estaba esperando desde que regresé del bautizo hasta la mañana siguiente, cuando me levanté a las siete. Me comenzó a grabar y generó toda una historia.

Desde mi vehículo, yo tenía la ventana abajo, escuché que él y su nueva pareja empezaron a decir: “miren cómo está, aquí está la mamá alcohólica, borracha, que pone en riesgo a su hija. Es la de los tendederos”. Eso duró 30 segundos. Cuando me di cuenta que me están grabando fue súper fuerte. En ese momento ya estaba la policía afuera, eran seis patrullas.

No había delito, pero yo, por hacerme la valiente, me bajé del auto cuando vi que me estaban grabando y les pregunté cuál era el delito. Los policías me dijeron: “nos tiene que acompañar a la comisaría”. “Pues vamos”. Yo no tuve por qué haberme ido de mi casa. Cuando llegué a la comisaría, me pasaron a la celda. A mi hija me la quitaron y ahí estaba el DIF.

Hicieron toda una nota mediática, estaba yo en todos los WhatsApp. No se trataba de ponerme a mí como la mamá borracha, se trataba de hablar del movimiento, de hablar de lo que los tiene muy enojados.

Puse en riesgo a mi hija, a mí misma y me pregunté: ¿qué estoy haciendo? Se trata de mi integridad. En Oaxaca, activistas se han muerto dentro de la cárcel. La última fue en Salina Cruz, que se ahorcó con su propia tanga, según dicen. Eso es Oaxaca, que registra un nivel de impunidad y de agresión a activistas.

Ahora que me pongo a considerar el nivel de riesgo en el que estuve y pienso: a mí me metieron a una celda y me quitaron a Sabina. ¿Quién se quedó a Sabina en el tiempo en el que me tuvieron ahí? ¿Qué preguntas le hicieron? ¿Qué le hicieron a la niña? Imagínate si no me dieron ganas de decir hasta aquí.

-¿Cuáles fueron los principales desafíos durante el proceso de creación y aprobación de la ley?
-No estuvo bien planteado el registro de deudores. Se le adscribió al DIF Nacional, que no tiene ni por qué llevar este registro. Debería ser responsabilidad de la Secretaría de Gobernación, porque ya administra otros registros, como el de agresores (Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres), el testamentario (Registro Nacional de Avisos de Testamento) y coordina todos los registros civiles del país.

La Secretaría de Gobernación tiene que administrar el registro de deudores, pero el Senado otra vez nos coloca en una situación de vulnerabilidad al adscribirle el registro al DIF. Esto es pésimo, está terrible, ojalá recompongan la plana en el próximo Senado.

-¿Cuál ha sido el impacto de la Ley Sabina? ¿La situación ha mejorado para las madres autónomas?

-No, estamos igual. en tanto no exista un registro visible por estado y luego a nivel nacional, no habrá avances. estamos igual.

-¿Qué consejos darías a otras mujeres que están experimentando violencia económica sobre cómo denunciar a los agresores ante las autoridades?
-Tenemos que escuchar la experiencia de otras mujeres en los juzgados, no solo la voz del abogado o abogada que, a veces, termina comprado por el agresor o abandona nuestro caso a la mitad porque ya no le dimos el dinero que quería. También es importante estar informadas para exigirle al abogado. Pero, sobre todo, es fundamental tener una red de apoyo con otras mamás que estén pasando por este proceso, que conversen regularmente con ellas.

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Por: Aminetth Sánchez

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