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Hotel Tren Maya Calakmul
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Hotel Tren Maya Calakmul

Tomografía de un cáncer en la selva

Publicado el 15 de diciembre 2024
  • Medio Ambiente
  • México

“Inaugurado” por primera vez “en forma privada” por Andrés Manuel López Obrador el pasado 14 de septiembre, con un costo real de al menos mil 486 millones de pesos, y no los 655 millones de pesos como siempre se informó, el Hotel Tren Maya Calakmul abre hoy 15 de diciembre las puertas de sus 144 habitaciones “ecológicas” con severos cuestionamientos por el impacto ambiental que provocará su construcción en medio de la selva maya.

Los daños al medio ambiente no son menores, como reconoce la propia Secretaría de la Defensa Nacional en un documento celosamente alejado del conocimiento público hasta ahora.

Además, para su construcción, López Obrador modificó el decreto presidencial que creó la Reserva Natural de la Biósfera en 1989 y dio paso a la devastación, hoy se sabe, de 31 mil metros cuadrados de selva.

Situado en el corazón del bosque tropical más grande de América, sólo después de la Amazonia, el hotel se ubica en un municipio cuya población vive mayoritariamente en la pobreza y en el que se carece, además, de un recurso vital estratégico: no hay agua potable.


Presentada con un retraso de cinco años, tiempo durante el cual fue celosamente mantenida fuera del alcance público, la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del Hotel Tren Maya Calakmul presentada por la Secretaría de la Defensa Nacional constituye un catálogo de confesiones sobre el daño que provocará su edificación.

La MIA da cuenta, precisamente, del impacto que tendrá la construcción y operación de un hotel “inmerso en un área natural protegida, llamada Reserva de la Biósfera”, como anuncia escuetamente la propaganda publicitaria del mismo.

Y ese impacto, hasta hoy desconocido públicamente, no es menor. La MIA, presentada apenas el pasado 7 de agosto de 2024, cuando 85 por ciento del inmueble ya estaba construido, lo desmenuza con precisión en sus más 510 páginas.

Algunos de los científicos mexicanos más reconocidos en este tema, como el biólogo Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la UNAM, lo plantean sin darle la vuelta:

“El cáncer en la selva empieza con ese hotel. Ese inmueble necesita agua, caminos, comida, abastecimiento. Los cambios de uso de suelo promoverán la urbanización en la zona y terminarán por afectar todo”.

Vista aérea del proceso de construcción del Hotel Tren Maya Calakmul
Vista aérea del proceso de construcción del hotel, enmedio de la selva. Fotografías y videos: Elías Siebenborn

Operado y administrado por la Sedena, a través de su empresa Grupo Aeroportuario, Ferroviario, de Servicios Auxiliares y Conexos Olmeca-Maya-Mexica SA de CV, el hotel se encuentra a 51 kilómetros de Conhuas, Campeche (el poblado más cercano), y de la estación del Tren Maya más próxima: Paradero Calakmul.

Abierto todo el año, con operaciones las 24 horas del día y ubicado a 10 kilómetros de la Zona Arqueológica de Calakmul, el hotel cuenta con 144 habitaciones Master Room, con capacidad para alojar hasta 400 huéspedes, ya que 80 de sus habitaciones son dobles y 64 sencillas.

La Sedena estima que para la operación del hotel a su máxima capacidad se requerirán entre 68 y 77 trabajadores por día, pues la planta baja del edificio central tiene área de comensales, cocina, site, baños, terraza, pasillo de servicio, recepción, lobby bar, back office, gym, boutique y recepción.

La infraestructura del hotel, según detalla la Sedena en la MIA, está formada por cuatro torres, en las que se distribuyen las 144 habitaciones; además, contará con estacionamiento para 350 autos, pérgolas para bicicletas, caseta, área de paneles solares, planta de tratamiento, cuarto de máquinas y cuarto eléctrico, así como vialidades de acceso y de circulación interior.

Y señala que, una vez que entre en operación plena, el hotel “tendrá servicios de cacería fotográfica, senderismo, visita al sitio arqueológico y demás servicios de un hotel ecoturístico”.

Pero esa manifestación ambiental dice más, datos que no se conocían. Por ejemplo:

  • Para la edificación del hotel, se desmontó una superficie total de 31 mil metros cuadrados de selva.
  • El hotel no cuenta con servicio de energía eléctrica. Su abastecimiento será a través de la instalación de 2 mil 291 paneles solares que, de averiarse, liberarían plomo y cadmio (metales tóxicos) al suelo.
  • En el terreno donde se levantó el hotel no se cuenta con servicio de agua potable. La Sedena perforó un pozo profundo en la selva para la operación del inmueble y construyó una cisterna con capacidad para almacenar un millón de metros cúbicos de agua.
  • En la Reserva de la Biósfera no hay señal de telefonía. Por ello, se instalaron antenas de comunicación en el techo de la Torre 1 del hotel, donde también se colocará la antena para recibir señal de internet.
  • En las ventanas de las habitaciones se han colocado vinilos para evitar los impactos de aves y murciélagos en los cristales.
  • Para la etapa de preparación del lugar y construcción del hotel, se usó agua potable traída en pipas de 10 mil litros, previa contratación del servicio. También se usaron pipas para el riego de las terracerías y la plataforma.
  • Se calcula que el hotel producirá residuos sólidos urbanos de entre 27 y 200 kilos al día y se estima que, cada año, generará 7.2 toneladas de residuos de manejo especial, como aceites comestibles usados, tóneres y pilas alcalinas.
  • El hotel será un pequeño generador de residuos peligrosos. Durante su construcción se generaron esos residuos como parte del uso de vehículos y maquinaria pesada: estopas y trapos impregnados con grasas y aceites, aceite lubricante usado, diesel sucio y recipientes vacíos impregnados con hidrocarburo.
  • El agua para consumo humano será suministrada en garrafones de 20 litros por plantas purificadoras de la zona.
  • La apertura del hotel provocará un constante tránsito vehicular, tanto por quienes se hospeden en el lugar, como por los visitantes a la Zona Arqueológica de Calakmul. Ese movimiento vehicular traerá consigo un considerable incremento en los niveles de ruido.

“Lo que revela este documento es una confesión de parte de toda la destrucción”, afirma Rodrigo Medellín, quien es uno de los especialistas más reconocidos en el mundo por su trabajo en la conservación de los mamíferos y en la recuperación de especies en peligro de extinción.

Por sus investigaciones en el “Volcán de los Murciélagos”, una cueva con más de tres millones de quirópteros ubicada en Calakmul, Medellín ha recorrido esta región durante los últimos 45 años. La conoce bien y sabe de lo que habla.

“No hay una explicación lógica para entender que exista un hotel en medio de la Selva Maya. Cualquier cosa que se haga allí debe estar de acuerdo con el Plan de Manejo de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, y en éste no hay una sola línea que justifique la edificación de un hotel. Por el contrario, es una reserva que protege la biodiversidad”.

Rodrigo Medellín ha leído las 510 páginas de la Manifestación de Impacto Ambiental con la que la Sedena pretende justificar la existencia de su “hotel ecoturístico”, etiqueta que, considera el biólogo, es muy difícil de sustentar. Ahora, “cualquier hotel que pinta sus muros de verde” ya se dice que está acorde con la naturaleza:

“El impacto de ese hotel sobre el medio ambiente será brutal; provocará una serie de estragos incompatibles con la conservación del hábitat. El tema del ecoturismo en México está garrafalmente mal entendido, pues erosiona la región y sólo beneficia los bolsillos de quienes lo promueven”.

Hace unos meses Rodrigo Medellín estuvo en la reserva y pasó por la carretera que la Sedena construyó de Conhuas hacia el hotel.

“Están metiéndole millones y millones de pesos. Colocaron concreto hidráulico en el camino que lleva a un hotel de 144 habitaciones que va a estar vacío tres cuartas partes del año; (en temporadas pico) va a tener la mitad de ocupación a lo mucho. No se necesita, es una aberración”.

La Manifestación de Impacto Ambiental también señala que la Sedena instalará líneas de gas para que el hotel cuente con aire acondicionado. Era innecesario. Los pequeños hoteles en Conhuas y Xpujil, argumenta Medellín, no tienen ese servicio, ya que en su entorno hay árboles que los cubren de los rayos del sol.

“Para hacer el hotel militar, dejaron todo pelón y sin árboles grandes que les proporcionen sombra. Por eso necesitan meter su aire acondicionado que emitirá gases a la atmósfera”, lamenta el también fundador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres de la UNAM.

Otro aspecto cuestionable, destaca el biólogo, es la instalación de los 2 mil 291 paneles solares para generar electricidad en el hotel. Para mantener activas esas celdas solares, explica, se requieren subestaciones eléctricas con baterías que tienen una vida de entre cinco y seis años. Luego, hay que reemplazarlas y al hacerlo se generará una enorme contaminación con el desecho de baterías.

“Ese impacto ecológico en la zona del hotel no está manejado, ni medido, ni subsanado, ni mitigado de ninguna manera. Además, si a esas celdas solares les cae un árbol encima o cualquier otro objeto, se contaminará el suelo con el cadmio que derramen; ese es un metal muy tóxico”, advierte Rodrigo Medellín.


El engaño: de construir un cuartel se pasó a un hotel

Desde febrero del 2023, la Semarnat le otorgó a la Sedena una “autorización provisional” para construir un alojamiento destinado al personal militar que resguarda la Zona Arqueológica de Calakmul.

La Sedena lo “vendió” como un proyecto con un título que escondía el verdadero propósito. Argumentó que se haría la “construcción de un alojamiento para el personal que brinda seguridad, monitoreo, investigación, logística y educación ambiental en la Zona Arqueológica de Calakmul, Campeche, en una superficie de 18 mil 299 metros cuadrados”.

No sólo fue la Semarnat la institución que dio luz verde a la construcción del hotel. Al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) le corresponde por ley el resguardo y preservación del patrimonio arqueológico. Y también aprobó implantar un hotel a 10 kilómetros de la Zona Arqueológica de Calakmul.

La directora del Centro INAH Campeche, Adriana Velázquez Morlet, le envió un oficio al capitán Brayhan Méndez García, ingeniero residente de obra y representante de la Sedena, para comunicarle que, en relación con el interés por construir el Hotel Tren Maya Calakmul en el kilómetro 49 del camino que conduce a la Zona Arqueológica de Calakmul:

“Le informamos que este Instituto no tiene inconveniente en otorgar su visto bueno para la realización del proyecto en el lugar propuesto, en tanto se garantice la supervisión arqueológica periódica a lo largo del periodo de ejecución de la obra”, asienta el oficio fechado el 21 de febrero de 2023 y obtenido por Fábrica de Periodismo a través de una solicitud de acceso a la información.

Y aunque a ambas instituciones les vendió la idea de que sería una especie de cuartel militar, con actividades limitadas y un número restringido de personas, el Ejército modificó el proyecto radicalmente, sin aviso ni autorización alguna de Semarnat.

De un alojamiento para personal de seguridad en 18 mil metros cuadrados se pasó a la edificación de un “hotel ecoturístico” en una superficie de 31 mil metros cuadrados en el área de amortiguamiento de la Zona Arqueológica de Calakmul, casi el doble de devastación de selva que le habían “autorizado”.

El proyecto arrancó a pesar de todo y por instrucciones presidenciales. Un año y medio después, en agosto de este 2024, fuera de toda norma y de manera irregular, la Sedena presentó a la Semarnat la MIA de su hotel cuando el inmueble, construido dentro de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, llevaba ya un avance de 85 por ciento.

No se puede solicitar un permiso para una zona que ya fue destruida, destacan los especialistas, porque es “imposible conocer el ecosistema que fue arrasado”.

A esa irregularidad, habría que agregar un hecho adicional: la figura de “autorización provisional” otorgada por Semarnat en febrero de 2023 no existe en la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, ni en el reglamento de Áreas Naturales Protegidas.

Así, con estas anomalías y violaciones a las leyes, el Ejército comenzó a construir el Hotel Tren Maya Calakmul en febrero de 2023.

Hoy, a un costo desproporcionado, se inaugura y comienza a funcionar. El lunar en la selva ya está implantado.


Casi se triplicó el costo: de $665 a $1,486 millones

El costo del impacto ambiental del proyecto es difícil de cuantificar. Algunos especialistas dicen que es imposible. ¿Cuánto vale un kilómeto cuadrado de selva y en cuánto se puede calcular el servicio ambiental que proporciona al planeta ese mismo kilómetro de selva devastado?, han cuestionado.

“Han destruido una enorme cantidad de selva con un impacto irreversible para el ecosistema porque, una vez que vulneras el lugar con una intensa actividad humana, como lo es el turismo, el daño se amplificará hasta golpear toda la biodiversidad”, afirma el biólogo Rodrigo Medellín, del Instituto de Ecología de la UNAM.

Lo que sí se puede dimensionar es el dinero invertido para levantar el hotel en medio de la Selva Maya. En diferentes conferencias del expresidente Andrés Manuel López Obrador realizadas en 2023 se informó que la inversión requerida para la construcción del Hotel Tren Maya Calakmul oscilaba entre 665 y 685 millones de pesos.

No era una cifra real, ni siquiera cercana a la verdadera. El 27 de diciembre de 2022, la Sedena y la empresa de participación estatal Fonatur Tren Maya firmaron un convenio específico de tranferencia de recursos para la construcción de instalaciones en el ejido Plan de San Luis, donde se ubica el Hotel Tren Maya Calakmul.

Firmado por representantes de las instituciones, en el convenio, obtenido por Fábrica de Periodismo a través de la Ley de Acceso a la Información, se establece que el financiamiento requerido para la construcción del hotel en Calakmul sería de mil 486 millones 688 mil de pesos; es decir, 223 por ciento más de lo informado.

Convenio de Fonatur y Sedena para financiar la construcción del Hotel calakmul
El convenio Fonatur Sedena, firmado en diciembre de 2022, en el que se especifica de la inversión requerida para construir el Hotel Tren Maya Calakmul.

Con una superficie de más de 723 mil hectáreas, la Reserva de la Biósfera de Calakmul es, después de la Amazonía, la segunda extensión de bosques tropicales más grande de América.

En el corazón de este enorme ecosistema se encuentra un patrimonio cultural invaluable: la Zona Arqueológica de Calakmul, la ciudad más grande del mundo maya, con mil 500 años de historia, que llegó a tener una enorme población en ese entonces: 50 mil habitantes.

La reserva tenía uno de los mejores estados de conservación por su amplia zona de amortiguamiento que protegía las áreas núcleo de esta selva, protegida desde hace más de cuatro décadas.

Gracias a su gran diversidad biológica, concentra 80 por ciento de las especies de plantas de la Península de Yucatán, así como 350 familias de aves y casi 100 especies de mamíferos. Además, en ella viven jaguares, pumas, tapires, zopilotes rey y águilas, entre otros animales en peligro de extinción en México.

Por ser un lugar mixto, donde coexisten patrimonio arqueológico y natural, la Reserva de la Biósfera de Calakmul es administrada de manera coordinada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Considerada como un “conjunto natural y cultural de alta biodiversidad y vestigios prehispánicos de valor excepcional”, la Unesco declaró a la Reserva de la Biósfera y a la Zona Arqueológica de Calakmul como Patrimonio Mixto de la Humanidad desde 2014.  

Por ello, era impensable que ahí, a 10 kilómetros de la zona arqueológica, se pudiera levantar un hotel.

Pero la Sedena lo hizo gracias a que el 31 de agosto de 2023, mucho después de que se empezara a desmontar la selva, se modificó el decreto presidencial de 1989 que creó la reserva natural de la biósfera.

El entonces presidente López Obrador emitió uno nuevo que contenía un truco: aumentó en cinco mil hectáreas la superficie del área natural protegida, que pasó de 723 mil 185 hectáreas a 728 mil 908 hectáreas, pero se autorizó la actividad turística dentro de su zona de protección, donde ahora se ubica el hotel.

El decreto fue modificado para que la zona de amortiguamiento de la Reserva no fuera un impedimento, ya que el original sólo permitía la actividad de investigación y colecta científica en esa zona, así como el monitoreo al ambiente realizado por investigadores autorizados. El turismo se concentraba en la Zona Arqueológica de Calakmul.

El Plan de Manejo de la Reserva permite el aprovechamiento forestal y hasta construcción y mantenimiento de infraestructura pública o privada, siempre y cuando esas actividades las realicen las comunidades.

Pero ninguna comunidad propuso edificar un hotel cerca de la zona arqueológica porque en ese lugar no hay nada. Sólo una selva muy densa.

“El efecto de hacer un hotel en medio de la selva, a mediano plazo, será más destrucción”, argumenta Luis Zambrano, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

El hotel de la Sedena es ya, considera el científico, un lunar cancerígeno en medio de la selva. Ya se vulneró su zona de amortiguamiento y terminará por destruir su hábitat, “sobre todo porque el Tren Maya busca incrementar el turismo masivo”.


Hotel Tren Maya Calakmul: sin agua y alimentado por pipas

El ir y venir de las pipas de agua en Calakmul es habitual porque el municipio no cuenta con una red de agua potable, entre otras carencias sociales. La pobreza es un signo distintivo de la zona: tres de cada cuatro habitantes viven en situación de pobreza y pobreza extrema. Y nueve de cada 10 de ellos “presentan índices de marginación alto y muy alto”

Así que la falta de agua potable no es algo desconocido, pero en los últimos dos años la población atestigüó la multiplicación de pipas, vehículos que acarreaban miles y miles de litros que nunca llegaron a las viviendas. Se usaron en la construcción del Tramo 7 del Tren Maya y del Hotel de la Sedena.

La población veía con impotencia ese desfile. “Mirábamos cómo pasaban pipas y pipas de agua destinadas a regar todo el camino que construía el Ejército para las vías del Tren Maya que viene de Chetumal a Escárcega, pero también para el hotel militar”, cuenta Sara López González, cofundadora del Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil.

Aunque está ubicado en la región de la selva, al menos 25 comunidades de Calakmul no cuentan con agua potable en sus casas y más de 30 mil habitantes dependen de la temporada de lluvia. De marzo a junio sufren el estiaje. En esos meses se abastecen por medio de pipas. En ello se va una parte no despreciable de sus ingresos.

“El Ejército contrató cientos de camiones con capacidad de trasladar 10 mil litros de agua. Imagínense la cantidad tirada en esos dos años de obras. Además, surtieron agua 50 kilómetros hacia adentro de la Reserva de la Biósfera, donde la Sedena levantó su hotel. Para eso sí hay agua”, reclama Sara López.

Una de las actividades económicas del municipio de Calakmul es el turismo a pequeña escala. El hotel más grande ofrece 45 habitaciones y sólo hay uno porque los empresarios saben que la región carece de un sistema de agua potable y que mantener un mesón de 40 habitaciones es todo un desafío en los poblados de Xpujil y Conhuas.

“Sostener un hotel de 144 habitaciones como el que hizo la Sedena dentro de la selva, donde no hay nada, tendrá un impacto negativo muy alto en la Reserva de la Biosfera por todo el movimiento que generará para activar ese inmueble”, dice Enrique Rodríguez Córdoba, exdirector de Turismo del municipio de Calakmul en el periodo 2020-2023.

Menciona que, por ejemplo, llevar una pipa de agua a la zona arqueológica tiene un costo de 3 mil 500 pesos. “Pero un hotel no sólo requiere de agua para el baño, sino para lavar todo lo que se usa cuando se ofrece el servicio a los huéspedes”.

La misma Comisión Nacional de Áreas Protegidas le ha informado a la Unesco, a la que se le ha ocultado la construcción del hotel, que en las últimas décadas se ha registrado una disminución en las precipitaciones pluviales en Calakmul, donde el periodo más crítico de sequía va de marzo a mayo.

“¿Se imaginan 144 habitaciones metidas en una selva húmeda tropical en donde la lluvia no alcanza para darle de beber a la cantidad de turistas que supuestamente quieren recibir? Ese hotel es un verdadero contrasentido”, insiste el biólogo Rodrigo Medellín.

La Sedena ha anunciado que pretende colocar una planta de tratamiento de agua para poder almacenar el líquido en enormes cisternas dentro del Hotel Tren Maya Calakmul.

Medellín cuestiona esa idea: “La historia de los últimos 30 años en México muestra que las plantas de tratamiento no funcionan. Están destartaladas, abandonadas, no hay mantenimiento. En la selva no va a haber planta de tratamiento que funcione y que asegure el abasto de agua en el hotel”.

Si algo distingue a Calakmul es la escasez de agua. Enrique Rodríguez Córdoba ahora maneja una pequeña agencia de viajes y comenta que en diciembre de 2023 llegaron 600 turistas al poblado de Conhuas en un solo día. Iban a visitar a la zona arqueológica. “Como el recorrido es de 60 kilómetros, al llegar toda la gente necesitaba ir al baño. ¿Qué pasó? Se acabó el agua y tuvieron que cerrar los sanitarios”.

En promedio, dice, 100 turistas llegan de jueves a domingo; ocupan de tres a cuatro horas en recorrer los vestigios arqueológicos. “A pesar de ser un sitio muy grande, no es apto para recibir a tanta gente porque no tiene suficiente reserva de agua y el INAH lo sabe”.


Turistas, más presión para la selva

Del poblado de Conhuas a la Reserva de la Biósfera median 51 kilómetros. Por el camino que los unía sólo circulaban vehículos ligeros a no más de 10 kilómetros por hora. Se cuidaba así a la fauna que habita en esta inmensa selva de bosques tropicales.

En octubre de 2022 todo cambió. Esa restricción desapareció con la presencia de elementos del Ejército que realizaban frecuentes viajes de ida y vuelta a toda velocidad en distintos vehículos: empezaron a explorar, proyectar, medir, calcular el terreno donde edificarían el hotel dentro de la Reserva.

Para marzo de 2023 el lugar parecía zona de guerra: camiones de volteo, pipas de agua, autobuses repletos de trabajadores, excavadoras, bulldozers, grúas, enormes rodillos compactadores, palas mecánicas, retroexcavadoras…

“Todo el equipo de construcción irrumpió en la selva. El tremendo ajetreo y las obras para el hotel ahuyentaron la fauna. Los militares trabajaban todo el día, como si estuvieran en cualquier ciudad y no en un área natural protegida”, recuerda Enrique Rodríguez Córdoba.

Cuando la Sedena empezó la construcción del hotel, Enrique era el director de Turismo del municipio de Calakmul. Fue testigo del proceso, desde el desmonte de la selva para tender las vías del Tren Maya hasta la devastación de la selva para edificar el hotel. 

“Desmontaron tres hectáreas de selva con maquinaria pesada para un hotel de 144 habitaciones. Eso es demasiado. Habrá más presión sobre el ecosistema por todo lo que conlleva tener abierto un servicio para los turistas”, precisa Enrique Rodríguez.

Antes, la Reserva de la Biosfera descansaba a partir de las cinco de la tarde. Nadie se quedaba adentro, sólo los guardaparques y los custodios de la Zona Arqueológica de Calakmul, en sus respectivos campamentos. Los 51 kilómetros de carretera hacia Conhuas también permanecían sin tránsito.

La tranquilidad terminó. El Ejército ha trabajado 24 horas continuas durante los siete días de la semana para terminar, aun con un retraso de más de un año, el hotel.

“¿Qué necesidad hay de construir un hotel? Ninguna. La gente que visita la Zona Arqueológica de Calakmul se queda dos, tres horas y sale de la selva. No hay para qué tener un hotel ni de tres, ni de 10 ni de 144 habitaciones. Es una reserva natural protegida y como tal debió mantenerse”, asevera Rodrigo Medellín, quien también ha creado programas para la conservación de la biodiversidad en México y América Latina.

Recuerda que en donde comienza la carretera de Conhuas que conduce a la zona arqueológica se ubica un hotel desde hace como 20 años. Sólo tiene 14 habitaciones, pero es muy raro que se llene porque los turistas llegan, por ejemplo, de Campeche a Conhuas y de allí directo a la zona arqueológica; y luego salen de regreso, directo a sus lugares de origen.

Así que, concluye Rodrigo Medellín, ese hotel no tenía razón de ser. No tenía razón de ser, pero hoy se inauguró el Hotel Tren Maya Calakmul.

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Por Carmen García Bermejo

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14.09.25
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