Inauguran la exposición “Reminiscencias” de la fotógrafa Elsa Medina
El Centro de la Imagen alberga desde este mes de octubre y hasta febrero de 2026, la exposición Reminiscencias, integrada por más de 130 piezas en diversos formatos.
Es sólo una muestra del trabajo periodístico y documental que ha realizado la prestigiada fotógrafa Elsa Medina (Ciudad de México, 1952) en más de 40 años de actividad, cámara en mano, por casi todo el territorio nacional y por otros países, sobre todo en el continente americano.
“Es una pequeña muestra del trabajo de años”, dijo Medina durante la inauguración, la cual tuvo lugar el mediodía del sábado 11 de octubre, y en la que estuvo acompañada por la directora del Centro de la Imagen (CI), Livier Jara García, y Miguel Ángel Quemain, periodista cultural, profesor en la UNAM –donde conduce un programa de radio– y amigo de Medina.
Junto al público en general, estuvieron presentes decenas de reconocidos colegas que han estado cerca de Medina a lo largo del tiempo, entre otros Yolanda Andrade, Arturo Fuentes, Patricia Aridjis, Keith Dannemiller, Ireri de la Peña, Víctor Mendiola, Andrés Garay, Ángeles Torrejón, Jorge Luis Gallegos, Germán Canseco, Lizeth Arauz, Hérctor García hijo, Luz Montero, Gerardo Magallón, Cecilia Candelaria, Laura Cano, y Enrique Villaseñor, entre otros destacados fotoperiodistas y documentalistas.
Asimismo, John Mraz, historiador estadunidense asentado en México que ha publicado ensayos sobre la fotografía y ha sido curador de varias exposiciones fotográficas; Rebeca Monroy, historiadora en el Instituto Mora; la periodista Gloria Muñoz, directora del portal de noticias Desinformémonos y columnista de La Jornada; Jesusa Cervantes, ex reportera de Proceso que ahora encabeza el sitio Infosavia de Mexicali, BC; Roxana Erdman y Adriana Guadarrama, ex compañeras Elsa en La Jornada, hoy dedicadas al trabajo editorial.
“Me siento muy feliz de ver todas estas imágenes aquí y me ha gustado mucho la forma en la que se fue realizando todo, desde la curaduría”, compartió Elsa en la inauguración.
“La fotografía me sigue acompañando en momentos significativos que revelan los avatares que atestiguan mi recorrido durante este tiempo: situaciones familiares, de vida cotidiana; fotografías de mi propio entorno. Con el apoyo de muchas personas logramos que esta muestra tenga un discurso propio”. Además, explicó, representó una oportunidad de reordenar y hacer una revisión profunda de su extenso archivo.
Organizada en series temáticas, la curaduría de Reminiscencias fue hecha, en la primera etapa, por la propia autora y por Eugenia Macías, designada por el CI para darle forma al proyecto a partir de abril de este año, cuando Medina recibió la invitación a exponer. Posteriormente, otro equipo se encargó de terminar el diseño y hacer el montaje. La fotógrafa agradeció a Livier Jara su apoyo y a todos los que contribuyeron a hacer que este proyecto fuera posible.
“Es un recorrido por la mirada que ha sabido registrar con gran sensibilidad los momentos más duros y también los más íntimos de nuestra historia reciente –dijo en su turno la directora del CI–. En las imágenes de Elsa se entrelazan el testimonio, la crítica y la belleza, la vida cotidiana y por supuesto la memoria colectiva”.
Sobre la versatilidad del conjunto de obra que se muestra, Quemain resaltó que tiene muchas lecturas, “muchas posibilidades, porque implica una enorme sensibilidad, una enorme capacidad de compasión ante los objetos de su imagen, frente a una mirada plástica y pictórica de gran aliento”.
Toma de posición a través de la fotografía
La selección de obra que se exhibe en Reminiscencias abarca fotografías a color y en blanco y negro, en distintos tamaños y formatos, desde impresiones a fotomurales; libros ya impresos y maquetas de libros; material hemerográfico y editorial, así como videos y objetos creados por Medina, quien formalmente es diseñadora.
Antes de estudiar fotografía en la San Diego State University, Elsa Medina cursó la carrera de Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana, en Ciudad de México.
Pero su formación en el fotoperiodismo fue definida por la influencia de Nacho López, de quien fue alumna en los Talleres Libres de Fotografía que impartió en lo que fue el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC, actualmente Escuela Nacional de Artes Cinematográficas.
Para Medina, la fotografía que hace parte de su propio punto de vista, de su forma de ver el mundo. Como comentó previamente a El Sur, “la objetividad no existe”, de modo que las imágenes que capta con su lente son una toma de posición ante lo político, lo social, lo cotidiano, lo personal.
Guerrero, de lo bucólico a lo violento
Su trabajo en Guerrero tiene algo de eso que la autora encierra en “lo sensible, lo vulnerable”. Ahí está, por poner sólo un ejemplo, la lancha a la deriva, tapada con una manta blanca, que se ve en La nave del Hades, de 1993, tomada en Acapulco. O El perro y la sirena, ca. 2003, en Playa Paraíso, paisaje capturado con cámara estenopeica, de azul intenso y nubes atravesadas por el sol de la tarde.
Pero de Guerrero Elsa también expone, como para no olvidar el contexto, una portada de México indígena –que luego se convertiría en el suplemento Ojarasca– donde se publicó el reportaje “Alcozauca: La montaña rebelde” en 1989, con texto de Javier Aranda y fotos de Medina.
Hay fotos de la masacre de 17 campesinos –más 14 heridos– perpetrada por policías y agentes judiciales en el vado de Aguas Blancas, junto a unos recortes de periódico en cuya ficha técnica se lee: “Exequias en Atoyaquillo. Abril y junio de 1995. Matanza en el vado de Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero. Fotografías: Elsa Medina. Recortes recopilados por su padre”.
Mucho del trabajo periodístico expuesto viene de los dos medios en los cuales ha colaborado principalmente: La Jornada y de El Sur, del que Medina es fundadora. Sobresalen partes de coberturas relevantes, como el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en Cdmx, el huracán Gilberto en las costas de Quintana Roo en 1988, el encuentro de mujeres zapatistas en la sierra de Zongolica, Veracruz, en 1995.
Y no vivieron juntos felices para siempre
En Reminiscencias se puede encontrar también el trabajo más creativo de la maestra Medina, donde se trave a experimentar con la imagen y consigue salirse de lo ortodoxo.
Tenemos entonces la oportunidad de apreciar un collage: “Deconstrucción. 2017. Casa de la familia Castro Rubio”. Armado con fragmentos de la foto de un vitral deconstruido multicolor, es como si miráramos el haz de luz que atraviesa un prisma.
Otra pieza que rebasa el registro documental, es la composición hecha con 12 fotos a color de la demolición de la casa familiar –donde vivió su mamá, hasta su muerte–, incluida en la serie Xola fuera del tiempo.
Es en la creación de piezas con temas personales donde Elsa se suelta y deja fluir el dolor, la alegría, el amor. Halla la manera de construir su memoria más íntima conectando con las mujeres de su pasado: la bisabuela, la madre, la tía, las amistades.
En una conversación con El Sur antes de la inauguración de Reminiscencias, mencionó la sección que recupera fotos y objetos de personas queridas. Es el caso de Celia forever.
“Tengo una tía. Tenía una tía, Celia. Era guapísima. Se casó con un canadiense ucraniano y no tuvieron hijos. Entonces, yo estuve mucho tiempo con ellos”, cuando vivían en California. Primero se quedó un tiempo con ellos en Los Ángeles, para ir a la escuela y aprender inglés, y años más tarde los visitaba en San Diego. Les ayudaba y, claro, le tomaba muchas fotos a su tía y su entorno. Después heredó sus álbumes de fotos.
Algunas están ahora en la exposición, como Mi tía Celia forever, ca.1952. Es una fotoescultura: una imagen de época, en blanco y negro, pegada a un soporte rígido, recortada en silueta, con capelo de vidrio y base de madera. Pertenece al fotolibro en proceso Entrega Inmediata, que contiene imágenes digitales de diversos objetos de Celia Medina, como unas cartas de su prometido Enrique Núñez, escritas entre 1946-47, quien murió antes de casarse con Celia.
“Tenía 97 años al morir. Entre sus cosas me encontré 34 cartas y una foto del hombre con el que se iba a casar, pero se murió joven, de una enfermedad renal”.
Elsa muestra varios proyectos que están a la espera de ver la luz. Uno de ellos es un libro en proceso que se llama Y no vivieron juntos felices para siempre.
“Son fotos de bodas que tomé en blanco y negro, como la de mi sobrina. Las que están en el libro son de gente que se separó, que se casaron y luego se separaron. Pero no se les ven las caras. Detalles nada más. Aún le falta al libro, pero como ensayo está bien. Para completarlo le quiero pegar cositas”.
Algo más que vida cotidiana
En el recorrido por Reminiscencias se nota la multicidad de temas y puntos de partida para crear que han moldeado la obra de Medina. “La fotografía para mí es el camino que he tenido el privilegio de caminar”, expresó al referirse a su “perqueña retrospectiva”.
En una de las secciones nombra “procesos arduos” a aquello que da fe de su introspección documental: Incendio en el expendio La Canasta, de 1997, en Tijuana; la espectacular Tormenta en la carretera entre Guanajuato y Michoacán, de 1980; y el pescador solitario echando la red desde su ancha, en una puesta de sol nebulosa en Tecolutla, Veracruz, de1984.
Sin esfuerzo, conmueve a la mirada ajena. Deja pensando en lo que hay atrás de cada foto. Juega con la imaginación. Basta ver un globo, un avión y las nubes en Carta a los reyes magos, ca.2010, colonia del Valle, Ciudad de México, para que cada quien se invente su propio cuento.
Y también mueve a deseo, al humor. “De espaldas a la crisis. En el Parque de los Venados. Primera plana La Jornada, 19 de marzo de 1995”, es la foto en blanco y negro de un joven al que se ve de espaldas, semidesnudo, tomando un baño en la fuente. Cuando se publicó, corría un clamor entre compañeras de la fotógrafa en el periódico: “Cómo que de espaldas, ¡queremos que enfrente la crisis!”.
Reminiscencias se encuentra abierta al público hasta febrero de 2026 en el Centro de la Imagen, ubicado en Plaza de la Ciudadela 2, Centro Histórico de la Ciudad de México, de 11 a 14 y 15 a 18 horas. La entrada es gratuita.