Gobierno de Guerrero rinde homenaje a Rubén Figueroa, artífice de la “guerra sucia”
A Rubén Figueroa Figueroa y a su hijo Rubén Figueroa Alcocer, ambos exgobernadores de Guerrero, se les considera genocidas por su implicación en la desaparición de cientos de campesinos y la masacre extendida contra integrantes de organizaciones sociales.
Una puñalada a la memoria. El día de ayer, lunes 10 de noviembre, el gobierno de Guerrero, encabezado por la morenista Evelyn Salgado, rindió homenaje al exgobernador del estado Rubén Figueroa Figueroa (1976-1981), considerado uno de los artífices de la “Guerra Sucia”. La ceremonia, celebrada en Huitzuco, ciudad natal del ex-gobernador, provocó una inmediata y furiosa reacción de familiares de víctimas y organizaciones sociales, lo que llevó al gobierno estatal a borrar las publicaciones oficiales del evento.
La justificación oficial fue el cumplimiento del calendario cívico de la Ley 761: “El calendario cívico convoca a los guerrerenses a la conmemoración de las personas que con su obra y ejemplo enaltecieron la historia del Estado y la de nuestra Nación, dando sentido a nuestros valores y entidad suriana”
Para las víctimas, sin embargo, honrar la memoria de Figueroa Figueroa equivale a blanquear a una figura que fue clave durante un periodo de terrorismo de Estado. “Ni los gobiernos de derecha se atrevieron a rendir un homenaje a un gobernador genocida”, expresó con amargura la dirigente de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), Norma Mesino Mesino.
El peso de la memoria: de masacre en masacre
Para Norma Mesino, la conmemoración no es una mera disputa política, sino una afrenta personal y comunitaria. “Reconocer al exgobernador Rubén Figueroa Figueroa, uno de los responsables de las desapariciones de más de 600 campesinos en el municipio de Atoyac donde quedaron pueblos enteros devastados y miles de familias desplazadas, es una ofensa”, declaró.
La lucha de Norma Mesino está enraizada en una tragedia familiar que se extiende por décadas y generaciones. El 18 de julio de 1974, su tío, Alberto Mesino Acosta, fue desaparecido por militares en la localidad de Agua Fría, municipio de Atoyac. Alberto era hermano de Hilario Mesino, fundador de la OCSS.

La violencia continuó. Los hijos de Hilario, Miguel Ángel Mesino Mesino y Rocío Mesino Mesino, fueron asesinados años después, el 18 de septiembre de 2005 y el 19 de octubre de 2013, respectivamente. “Muchas familias sufrieron la cruenta represión de este gobierno genocida de Rubén Figueroa y de generales del Ejército como Arturo Acosta Chaparro”, relató Mesino, señalando un patrón de impunidad que perdura en Guerrero y que se expresa en otras tragedias recientes como la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, hace 11 años.
Frente a este legado de masacres sistemáticas, el acto oficial se desarrolló con normalidad en Huitzuco. La ceremonia, encabezada por la titular de la Secretaría de Cultura, Aída Melina Martínez Rebolledo, y el alcalde morenista Eder Nájera Nájera, conmemoró el 117 aniversario del natalicio de Figueroa Figueroa. Al acto asistieron el teniente coronel de Infantería, Issac Ramírez Martín, por parte de la 35 Zona Militar, y el suboficial Dircio Lorenzo Victoriano, representante de la Secretaría de Seguridad Pública estatal.
La presencia que generó mayor repudio fue la de dos figuras políticas íntimamente ligadas al linaje y la herencia política del homenajeado: su hijo, Rubén Figueroa Alcocer, y el exsenador priista Héctor Vicario Castrejón, “uno de los alumnos más destacados del figueroismo”.
La presencia de Figueroa Alcocer resulta particularmente sensible. Él también fue gobernador de Guerrero, de 1993 a 1996, y su mandato quedó marcado para siempre por la masacre de Aguas Blancas. El 28 de junio de 1995, policías estatales bajo su mando ejecutaron a 17 campesinos de la OCSS cuando se dirigían a una protesta en Atoyac. Un video evidenció la atrocidad, llevando a la renuncia del gobernador. Aún hoy, Antonio Barragán Carrasco, sobreviviente de aquella matanza, permanece en prisión.
Condenan homenaje a Rubén Figueroa
La indignación por el homenaje no se hizo esperar y trascendió la protesta individual. La noche del mismo lunes comenzó a circular un comunicado en conjunto que condenar el homenaje. Entre los firmantes se encuentran la Organización Campesina de la Sierra del Sur, la Coordinadora de Comisarios Ejidales y Comunales del Estado de Guerrero, la Cátedra Sur Lucio Cabañas, el colectivo de Esposas e Hijos de Desaparecidos y Desplazados de la Guerra Sucia, entre otras decenas de organizaciones.
Más allá de reprobar el homenaje a un gobernador que es considerado un genocida, el comunicado formula demandas concretas y exige al gobierno de Evelyn Salgado una disculpa pública para las familias y sobrevivientes, la eliminación de la fecha de nacimiento de Rubén Figueroa Figueroa y “de toda su estirpe” del Calendario Cívico Oficial, y la incorporación en su lugar de las fechas de natalicio y muerte de los profesores y guerrilleros Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas. También demandaron que se dedique un día a la memoria de las víctimas de la violencia de Estado y acciones concretas para resarcir las violaciones a los derechos humanos.
El significado de este homenaje se entiende mejor con los antecedentes históricos de la llamada “guerra sucia”. Rubén Figueroa Figueroa, ingeniero topógrafo, diputado, senador y poderoso transportista dueño de empresas de transporte como Flecha Roja, gobernó Guerrero en un periodo de feroz contrainsurgencia.
En plena campaña a la gubernatura, el 30 de mayo de 1974, Figueroa Figueroa fue secuestrado por integrantes del Partido de los Pobres, encabezado por el profesor rural Lucio Cabañas. Liberado el 8 de septiembre tras un operativo policiaco y militar, la venganza sería brutal. Según los relatos de las víctimas, el entonces gobernador abusó sexualmente de Isabel, la viuda de Lucio Cabañas. El 2 de diciembre de ese mismo año, el guerrillero fue abatido por elementos del Ejército en la sierra de Técpan de Galeana.

Lo que siguió fue una campaña de terror. “En las comunidades Los Piloncillos y Río Chiquito, en la sierra de Atoyac, todos los hombres mayores de 18 años, fueron masacrados”, recordó Norma Mesino. “No fue una guerra sucia, fue un terrorismo de Estado porque a la gente se le ejecutó, detuvo y torturó injustamente”, afirmó.
Esta represión fue orquestada en coordinación con el gobierno federal de Luis Echeverría y ejecutada por militares como el mayor Arturo Acosta Chaparro, a quien Figueroa Figueroa nombró el 29 de octubre de 1976 como jefe de la Policía Judicial del Estado. Bajo su mando, cientos de campesinos acusados de pertenecer a la guerrilla fueron perseguidos, torturados, desaparecidos y asesinados.
Tras la lluvia de críticas, el gobierno de Evelyn Salgado optó por borrar las publicaciones oficiales del homenaje a Rubén Figueroa Figueroa de sus redes sociales, un gesto que para las víctimas resultó insuficiente y tardío. “Nos sentimos agraviados por ese homenaje a un asesino por parte de Evelyn Salgado y su padre Félix Salgado”, expresó Norma Mesino.
La dirigente social sintetiza el sentir de quienes llevan décadas esperando justicia en un estado marcado por la violencia y la impunidad: “Hoy no solo son exonerados, sino homenajeados. Un gobierno que se dice de la Cuarta Transformación, que pregona el humanismo, que no roba, que no traiciona. Todo eso es una vileza”. El acto, concebido como un reconocimiento cívico, terminó por reabrir las heridas de un pasado que Guerrero no ha logrado sanar y por evidenciar la profunda brecha que existe entre la memoria oficial y la memoria de las víctimas.





