No Other Land: el documental que Israel no quiere que veas
Ganadora a mejor documental en los Premios Oscar, la película No Other Land enfrenta el bloqueo y la censura del Estado de Israel.
El ministro de Cultura de Israel, Miki Zohar, calificó de un “momento triste para el cine” el reconocimiento en los Premios Óscar 2025 a Mejor Documental para “No Other Land”, una película dirigida por un colectivo palestino-israelí.
La película, una coproducción entre Palestina y Noruega, es fruto de la colaboración entre cuatro escritores y directores israelíes y palestinos: Basel Adra, Yuval Abraham, Rachel Szor y Hamdan Ballal. Adra y Abraham también son los protagonistas de la película, ambos trabajan como reporteros para el medio digital Local Call.
En el discurso de agradecimiento tras recibir el galardón en el Dolby Theatre de Hollywood en Los Ángeles, Adra y Abraham pidieron que se trabaje en una solución conjunta para buscar el fin del conflicto en Palestina. “Nuestras voces unidas son más fuertes”, dijo al micrófono el israelí Yuval Abraham, y pidió la liberación del resto de rehenes israelíes que fueron capturados tras los ataques de grupo islamista Hamás el 7 de octubre de 2023.
El documental abarca cinco años de grabaciones, desde 2019 hasta 2023, recopiladas en una zona ocupada por soldados israelíes en Cisjornania, específicamente en las aldeas conocidas como Masafer Yatta, donde vive Basel Adra. Las escenas muestran cómo las fuerzas invasoras demuelen viviendas, escuelas, destruyen pozos de agua y carreteras que, al día de hoy, continúan.
Se trata de un registro de la limpieza étnica impulsada por el Ejército Israelí en Cisjordania. Estas imágenes han cobrado fuerza por ser también producto de la colaboración entre cineastas palestinos e israelíes que se atreven a criticar las acciones de Israel en Medio Oriente y por la censura que ha enfrentado por el propio gobierno israelí: a la fecha, casi ningún cine en Israel se ha atrevido a exhibir el documental.
El mismo Adra, durante su discurso de agradecimiento, habló sobre lo que significa vivir el desplazamiento y la ocupación. También expresó su esperanza de que su hija “no tenga que vivir siempre con el temor de la violencia de los colonos, las demoliciones de viviendas y los desplazamientos forzados que mi comunidad, Masafer Yatta, experimenta todos los días bajo la ocupación israelí”.
Además solicitó acciones globales “para detener la limpieza étnica del pueblo palestino”.
“Aunque ganemos un Oscar, volveré a mi cruel realidad en Cisjordania”, concluyó.
Por su parte, el ministro de Cultura israelí, Miki Zohar, a través de la red social X antes Twitter, criticó el documental por considerar que amplifica “narrativas que distorsionan la imagen de Israel ante públicos internacionales” y recordó que recientemente se aprobó una reforma cuyo objetivo es “garantizar que el dinero de los contribuyentes se destine a obras de arte que hablen al público israelí, en lugar de a una industria que construya su carrera difamando a Israel en el escenario mundial”.

Esta reacción explica por qué la película ha enfrentado numerosas barreras para encontrar vías de distribución dentro y fuera de Israel. Este bloqueo por razones políticas no ha impedido que el documental haya sido reconocido en otros espacios, como los Spirit Awards, la Asociación Internacional de Documentales, el Premio del Público Panorama a Mejor Película Documental y el Premio de Cine Documental de la Berlinale en 2024.
Zohar fue más allá y aseguró que, a pesar de que “la libertad de expresión es un valor importante”, No Other Land no puede considerarse arte, sino sabotaje contra el Estado de Israel y una herramienta de difamación ante el actual conflicto en Gaza.

“Es nuestro deber garantizar que los fondos estatales no se destinen a contenidos que sirvan a los enemigos del Estado”, insistió.
Por otro lado, el periódico israelí, Haaretz, publicó una editorial en respuesta a los mensajes de Zohar:
“Israel no quiere que la gente vea la película porque retrata las vidas de los residentes de Masafer Yatta, un conjunto de aldeas en las colinas del sur de Hebrón en Cisjordania. Han estado luchando contra su expulsión desde que el ejército declaró la zona como zona de ejercicios con fuego real, y el Tribunal Supremo confirmó esta decisión. La película muestra cómo los residentes se enfrentan al pulpo de múltiples tentáculos de la opresión de la ocupación, el abuso que sufren por parte de las autoridades israelíes, sus enfrentamientos con el ejército y su vulnerabilidad a la violencia de los colonos. En resumen, todo lo que el gobierno de Israel quiere ocultar en su patio trasero (…) En lugar de seguir ocultando la realidad, maldiciendo a quienes se atreven a mostrarla e incitando contra ellos, como hizo Zohar después de la victoria de la película, los israelíes harían mejor en ver esta importante película y comprender que el establecimiento de un Estado palestino otorgaría iguales derechos a los miembros de ambos pueblos”.