La construcción del Tramo 5 Sur del Tren Maya no se ha detenido a pesar de que un juzgado ordenó que se detuvieran todas las obras. Las perforadoras siguen horadando el subsuelo y dañando una parte relevante de los 358 sistemas de cuevas sumergidas que corren a lo largo de mil 400 kilómetros en el norte de Quintana Roo.
Los sistemas de pasajes subterráneos también resguardan cenotes que preservan restos de animales prehistóricos e importantes yacimientos arqueológicos sumergidos. “Este es el patrimonio subacuático que ha puesto en peligro la construcción del Tren Maya”, advierten los especialistas del colectivo Sélvame del Tren
Los cientos de kilómetros de pasajes se ubican en los destinos turísticos más visitados del estado, como Cancún, Puerto Progreso, Playa del Carmen y Tulum, justo donde Fonatur decidió construir el tramo 5 del Tren Maya, sin importar la afectación al Gran Acuífero de la Península de Yucatán, uno de los más importantes del mundo.
“Además de los vestigios arqueológico y paleontológicos, este sistema de cavernas son la fuente de agua para muchísimas especies de animales, como el jaguar y el pájaro Toh, que anida en las cuevas y le indica al hombre la calidad del agua”, explica Guillermo D’Christy, espeleólogo y fotógrafo marino, autor de una buena parte de la evidencia audiovisual que da cuenta del daño al patrimonio ambiental.
Una de las omisiones más serias, comenta, es que el gobierno federal no realizó ningún estudio para evaluar el impacto que las obras tendrían sobre este frágil sistema de cavernas. “La única certeza que ha dado es que el Tren Maya correrá a 160 kilómetros por hora por encima de un suelo kárstico, de roca caliza, y sobre el que maquinaria pesada avanza sin cesar para colocar 15 mil pilotes de acero, a pesar de que existe la orden judicial de frenar la construcción”.
El mismo Fonatur, la instancia federal encargada del proyecto del Tren Maya, comunicó en sus redes sociales que “para proteger el suelo kárstico, cenotes, cavernas y ríos subterráneos en el Tramo 5, el Tren Maya irá por un viaducto elevado en el 75 por ciento de su vía (de Playa del Carmen a Tulum)”.
Pero los pilotes de acero y concreto que soportan el viaducto son los que destruyen parte del Acuífero Maya.
“El agua que hay a escasos seis metros de la superficie es agua dulce, agua potable que cumple muchos de los requisitos que establece la norma; este es el líquido que llega a toda la Riviera Maya en la costa. Vulnerar el Gran Acuífero por la construcción del tren es un crimen; están contaminando el agua”, argumenta D’Christy.
El pasado fin de semana, el grupo de científicos y ambientalistas que forman parte de Sélvame del Tren continuaron con sus recorridos a lo largo de la construcción del tramo del tren que se desplaza de Playa del Carmen hacia Tulum.
Al llegar al sistema de cuevas Aktun T’uyul, percibieron que las obras continúan. Y lo documentaron: sus videos muestran más de 20 perforaciones y 12 pilas de concreto y acero que se han hincado en las cavernas.
Los videos de Sélvame del Tren muestran a las potentes máquinas perforadoras que trabajan arriba del sistema de cavernas y, abajo, en los pasajes subterráneos de la cueva Oppenheimer, se observan las gruesas agujas de las máquinas que buscan suelo firme para clavar los cilindros de acero.
Esas pilas de acero poco a poco se irán corroyendo porque la calidad del agua es alta en cloruros en ese lugar: “Los cilindros de acero y concreto no tienen ningún tipo de recubrimiento. El acero está vivo y todo ese acero se está diluyendo en el agua”.
En estas mismas condiciones también se encuentran el sistema de cuevas Garra de Jaguar, la caverna de Yorogana, el cenote Guardianes y la caverna Dama Blanca, en la que prácticamente quedó destruido su acceso natural, sepultado por el derrumbe del suelo kárstico.
“Ahora, los cenotes y el manto acuífero en Akumal están completamente contaminados”, lamenta D’Christy.
Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, aseguró en la conferencia mañanera que no se tocarían ni cenotes ni cavernas, “pero mintió porque están perforadas y se rellenan con cemento”.
Estos son los efectos de la destrucción, dice el especialista. “Masificar turismo, impulsar desarrollos inmobiliarios y pasar el tren por la selva constituyen un golpe irreversible”.