“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe, y a partir de hoy, por voluntad del pueblo, la presidenta": Sheinbaum.
Esta mañana, Claudia Sheinbaum Pardo tomó juramento como presidenta de México en el Palacio Legislativo de San Lázaro, después de recibir la banda presidencial de manos de la presidenta de la Cámara de Diputados, Ifigenia Martínez, y del ya expresidente, Andrés Manuel López Obrador.
“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, por voluntad del pueblo, la presidenta constitucional de los Estados Unidos mexicanos”, dijo Sheinbaum en un discurso de alrededor de 40 minutos que varias veces se vio interrumpido por los vítores del bloque de legisladores Morena-PVEM-PT.
En un discurso, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó una invitación a llamarla presidenta, con ‘a’ al final, y a que se le llame así también a las doctoras, soldadas, bomberas, ingenieras y mujeres que desempeñan diversas actividades que rompen con los roles tradicionales de género.
Como “solo lo que se nombra, existe”, Sheinbaum nombró a trabajadoras del hogar, mujeres indígenas, bisabuelas, tías, madres, hermanas, amigas, compañeras, hijas y nietas. “¡No llego sola, llegamos todas!”, ha dicho Sheinbaum en su primer día como mandataria.
Discurso: el sello de Morena y contradicciones
Sheinbaum abrió su discurso reconociendo la trayectoria política de López Obrador, recordó la arenga contra el desafuero que Obrador pronunció desde esa misma tribuna en 2005. Al mandatario saliente le expresó agradecimiento y un “hasta siempre”.
Fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ambos salieron de sus domicilios particulares esta mañana para llegar al Congreso, los dos son prácticamente vecinos en la colonia Toriello Guerra, en Tlalpan, alcaldía que Sheinbaum gobernó de 2015 a 2017, previo a gobernar la Ciudad de México.

En el discurso, que empleó elementos idénticos a los de López Obrador y del “Humanismo mexicano” (la autonombrada forma de gobierno del morenismo), la presidenta Claudia Sheinbaum recalcó la importancia de la prosperidad compartida, enmarcada en el eslógan de AMLO –“primero los pobres”– y que se robustece con el aparato estatal de pensiones a adultos mayores y becas para estudiantes.
Al llegar al recinto, Sheinbaum saludó cordialmente a la ministra Norma Piña pero no perdió oportunidad de celebrar la Reforma Judicial que ya fue aprobada en el Congreso. “Piénsenlo, solo por un momento, si el objetivo hubiera sido que la presidenta controlara la Suprema Corte, hubiéramos hecho una reforma al estilo Zedillo. No. Eso es autoritarismo” dijo y prometió a los trabajadores del Poder Judicial (que esta misma mañana realizaron protestas contra la reforma) que sus salarios están protegidos.

En materia de seguridad, Sheinbaum tampoco perdió la oportunidad de señalar al expresidente Felipe Calderón: “No regresará la irresponsable guerra contra el narco de Calderón, que tanto daño le sigue haciendo a México”, dijo pese a que en su gobierno la Guardia Nacional ya está adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), una muestra de la militarización de la seguridad pública y los riesgos advertidos por defensores de Derechos Humanos.
Acusó equivocaciones y mentiras a quienes señalan el empoderamiento de las Fuerzas Armadas: “Quien crea que la Guardia Nacional, estando en la Secretaría de la Defensa es militarización, está totalmente equivocado”, zanjó.
Y aunque fue participante en el movimiento estudiantil de 1988 y en su discurso dedicó una mención a los estudiantes de 1968 (asesinados en la masacre de Tlatelolco que mañana cumple 56 años), Sheinbaum tiene en su gabinete al general Ricardo Trevilla –militar entrenado en la Escuela de las Américas– y Omar García Harfuch –marcado genealógicamente por el linaje de la contrainsurgencia y nieto de quien es señalado como uno de los principales perpetradores de la masacre–.

La morenista además afirmó que las inversiones extranjeras estarían seguras en el país, habló de la manutención de una política fiscal responsable y garantizó el respeto a la libertad de prensa, pese a los constantes señalamientos de su antecesor contra empresas mediáticas y medios informativos independientes.
Sheinbaum, la primera presidenta de México, culminó su discurso con la promesa de no defraudar a quienes le dieron el voto y gritó tres vivas por el país.