La tercera es la vencida
Tenía que ser una broma. El sexenio de Enrique Peña Nieto estuvo plagado de escándalos, de corruptos, de bloopers involuntarios, que tenía que ser una mala broma del destino que este carnal presidiera la nación mexicana.
Ya todo el país lo tenía tachado de inepto, de incapaz, lo que nunca. Este fue el primer sexenio (y único hasta el momento) en el que todo México estaba de acuerdo que el presidente era un desastre. Al final de su sexenio tenía 23% de aprobación. Para llegar a esos niveles, hay que echarle ganas. Y vaya que lo hizo. Además de la Casa Blanca, los 43 normalistas, llegó La Estafa Maestra, la violencia siguió subiendo, la impunidad era el pan de cada día…
El PRI no parecía tener cómo llegar con la credibilidad para medianamente competir en las elecciones de 2018. Estaba en una pésima posición por la falta de rendición de cuentas, cinismo, corrupción y, sobre todo, impunidad.
La Casa Blanca, cero castigos. La Estafa Maestra, cero castigos. Los 43 normalistas, cero castigos.
De los gobernadores del PRI presentes en aquella foto, 9 terminaron siendo investigados y 5 encarcelados. Casi la mitad de los gobernadores priistas terminaron bajo sospecha de andar con corruptelas y la cuarta parte terminaron en el tanque.

¿Con qué cara puedes salir a las elecciones presidenciales y pedir que voten por ti? El PRI sabía que no volvería a ganar. Su única esperanza era apostar por un candidato “ajeno y distinto”: José Antonio Meade. Un funcionario eficaz de Calderón y Peña Nieto, único en la historia que ha logrado ser 5 veces secretario de Estado con dos presidencias diferentes. Pero el PRI llegó derrotado a las elecciones de 2018.
Caso contrario al de Andrés Manuel. 4 años antes había fundado su propio partido: el Movimiento de Regeneración Nacional o Morena. Para ser el partido más nuevo tuvo desempeño excepcional. Tanto el reconocimiento de la marca Morena como el porcentaje de votos capturados en cada elección subían como la espuma. Todo gracias a un Andrés renovado que desde 2014 y hasta 2017 que anduvo de presidente “legítimo” se dedicó a pegarle con todo al gobierno de Peña y dar vistazos de propuesta a lo que sería su tercera campaña presidencial.
A la elección presidencial se presentaron Meade, Ricardo Anaya en una coalición partidista incomprensible PAN-PRD-MC, y Andrés Manuel, con su nuevo partido flanqueado por el PT y el PES, el partido evangélico.
La parte histórica de estas elecciones fue que tuvimos por primera vez dos candidaturas independientes: Margarita Zavala y El Bronco, que no tuvo que haber sido pero bueno… Después de un desastroso primer debate, Margarita dio la gracias y El Bronco ahí andaba proponiendo cortarles la mano a los ladrones. Algo que sorprendió a todo el mundo, pero sobre todo a la periodista Azucena Uresti.
Como en 2006, Andrés sentía ganada la elección. La diferencia es que ahora no tenía un rival que le hiciera sombra. La candidatura de Meade nació muerta, a Ricardo Anaya no lo conocían ni en la esquina, y el Bronco no tenía la maquinaria política para competir.
Mientras no la regara ni dijera nada especialmente incendiario, López Obrador tendría un día de campo para ganar la elección.
Llegó el 1 de julio con una supremacía total en las encuestas. No había una sola que no lo tuviera en primer lugar desde la precampaña.
Llegado el día, fue histórico el arrasón que les metió Andrés. Ha sido la victoria más aplastante en el México democrático. Logró 30 millones de votos contra los 12 millones de Anaya. Nunca se había visto una diferencia de 30 puntos porcentuales en una elección presidencial.

Había una buena razón para este margen en la victoria. Si damos un paso atrás, la realidad es que para muchos ciudadanos no había otra opción. Descartado el PRI desde el inicio, el PAN y PRD en una coalición sin sentido (era como juntar agua y aceite; derecha e izquierda) y MC, ahí de arrimado; además, Anaya no tenía el mismo nivel de reconocimiento que Andrés.
Y aunque las candidaturas independientes suelen llamar la atención, Margarita y El Bronco eran dos personas que no eran para nada ajenas al sistema político: la esposa de un presidente acusado de desatar la violencia en México y un gobernador que fue priista hasta que ya no.
En la elección del 2018, ocurrió además un fenómeno que hace mucho no veíamos: por primera vez desde 1997, los mexicanos le entregaron el control total del Congreso al presidente. Morena tenía mayoría en ambas Cámaras. Morena tenía un gran poder pero también una gran responsabilidad.
Tardó 12 años en consumarse Lo que Andrés Manuel buscó desde 2006. Por primera vez en la historia mexicana, un candidato de la izquierda se enfundó la banda presidencial con la promesa de empezar un gobierno “totalmente diferente” a los anteriores.
Pero eso estaría por verse…
Mañana, viernes 31 de mayo, capítulo 8: Cambio que pinta igual

