Seguimos o cambiamos. Hay que votar.
Las elecciones del domingo marcarán más que los próximos seis años. Este día los mexicanos vamos a decidir si le damos otro voto de confianza a un proyecto que llegó al poder con promesas e ilusiones y entregó fracasos.
A poco menos de tres meses de que concluya el gobierno de Andrés Manuel, podríamos enlistar algunos logros de su sexenio: avances contra la pobreza extrema, el afianzamiento de los programas sociales, la cancelación de la posibilidad de que a los grandes millonarios se les perdonaran impuestos y otros logros relevantes en el campo laboral. Subir el salario mínimo, bien. Terminar con los abusos del outsourcing, bien. Fin.
Porque los datos no apoyan la idea de que ha habido mejora en algo más, aunque sus seguidores piensan que ha hecho grandes cosas. Seguridad, no ha mejorado. Salud, está hecho una desgracia. Educación, sin buenas noticias. Economía, igual (quizá sea excesivo decir que peor, no?) que con los neoliberales que tanto criticó. Diplomáticamente, dictadores cercanos, tensiones con aliados. La deuda pública subió, Pemex y CFE siguen tiradas al catre, usamos al Ejército como policía, albañil, transportista y empresario. Y todo bajo el velo del negacionismo. Aquí todo está bien, vamos bien y la gente está feliz, feliz, feliz.

Desde 2021 se perfilaba a Claudia Sheinbaum como la elegida por Andrés para sucederlo. Se placeó por todo el país con eventos mafufos y para septiembre de 2023 se hizo oficial. El INE y el Tribunal Electoral fueron demasiado permisivos. Ambas coaliciones, la oficial y la de oposición, empezaron campaña meses antes. Todos lo sabíamos, lo vimos, pero no pudieron o quisieron ponerles un alto.
Los opositores hicieron un proceso parecido porque les estaban comiendo el mandado y la senadora y exdelegada de Miguel Hidalgo Xóchitl Gálvez terminó siendo nombrada. Hubo polémica porque la elección final entre Beatriz Paredes y Xóchitl en teoría iba a ser hecha por la ciudadanía. Pero al final los partidos decidieron que, como las encuestas se inclinaban más en favor de Xóchitl, ya para qué hacían toda la faramalla de la votación. Mala decisión. Pero bueno, en eso quedaron.
Y en la tercera pista, Movimiento Ciudadano. Originalmente, querían tener a Samuel García, pero como mi niño hizo un desmadre cuando pidió licencia, tuvo que regresar para no perder control de su changarro en Nuevo León. Al quite tuvo que salir su compadre Jorge Álvarez Máynez. Ha hecho una campaña muy digna pero insuficiente. MC no tiene cómo competir a nivel nacional.

El objetivo final de Morena es lo que llaman el Plan C: tener mayoría calificada en ambas Cámaras para, ahora sí, tener el control total de todo. Como en los viejos tiempos del PRI cuando no había otro color y el presidente en turno podría hacer y deshacer lo que le viniera en gana. ¿Que me estorba la Constitución? La cambiamos.
Eso quiere Morena, eso quiere Claudia. Control absoluto, algo que Andrés no pudo tener y por eso a cada rato se andaba peleando con el Poder Judicial y la Suprema Corte. Por cierto, quien gane la Presidencia el 2 de junio podrá nombrar a cuatro nuevos ministros en la Suprema Corte. Por si les sirve de motivación.
Los debates fueron, en su mayoría, aburridos. Xóchitl atacó a Claudia, Claudia ni se inmutaba y Jorge sonreía.
Avanzada la campaña, crecía la presión para que MC se saliera de la competencia y pidiera el voto por Xóchitl. Esquirol y otras bellas palabras le dijeron a Máynez, pero no parece que eso haya servido.
Ninguna candidatura tenía planes o proyectos tan definidos e identificables como los de Andrés en 2018. En general, la propuesta de Claudia es profundizar y ampliar lo que ya se hace (continuidad) y Xóchitl, quitar lo que no sirve, mejorar lo mejorable y aumentar otras cosas (cambio).
Lo que hacer particular a esta elección es que por primera vez tenemos solamente dos opciones viables: Claudia o Xóchitl. Seguir o cambiar.
El 2 de junio decidiremos. No dejes que nadie decida por ti. Sal a votar.
