Vuelve el PRI
Dos sexenios fueron suficientes para demostrarle a los mexicanos que el PAN no trajo el cambio que se esperaba. Oh, desilusión. Entonces, el electorado mexicano aplicó la de “más vale viejo por conocido que nuevo por conocer” y volteó sus preferencias de nuevo hacia el PRI.
Su candidato era el exgobernador del Estado de México, mítico bastión del priismo de cepa y hogar del infame Grupo Atlacomulco. El elegido: Enrique Peña Nieto, ahijado político de Arturo Montiel. Desde ahí tuvimos que haber visto las señales, pero esa sonrisa cautivadora y un matrimonio demasiado perfecto para ser verdad, encandiló a buena parte de la ciudadanía.

Y no nos podemos culpar, la campaña de Peña Nieto empezó desde que era gobernador del Estado de México (un poco a la Fox). Los medios cercanos al candidato le crearon la imagen de ser un político que sí cumplía los compromisos y que tenía una gran visión de país.
El resultado se veía en las encuestas, que por primera vez parecían usarse como propaganda.
A la par, las redes sociales empezaron a ocupar un lugar de importancia que hoy nadie niega. Los hashtags, bots y trending topics jugaron por primera vez en la cancha electoral. Sobre todo, un movimiento espontáneo de estudiantes que se bautizó como #YoSoy132. Primero, fue un grupo de la Universidad Iberoamericana; y de ahí creció hasta formar un colectivo nacional que protestaba, entre otras cosas, por la evidente preferencia que Televisa tenía por el candidato del PRI. Comparsas y cómplices, como en los viejos tiempos.

El equipo de Peña Nieto era, en su mayoría, joven, y prometía una renovación del partido otrora dominante. El Nuevo PRI, decían. El tiempo acabó revelando la verdad, pero me estoy adelantando.
Una vez más, AMLO se presentó a unas elecciones presidenciales. Su posición no era tan fuerte como en 2006. La distancia entre él y Peña Nieto fue de 3.3 millones de votos, no daba lugar a dudas de nada, pero Andrés igual reclamó que hubo fraude. No por un mal conteo de votos, sino por dos tracaladas que le dieron la vuelta a los controles de gasto: los casos Monex y Soriana.
Una investigación después de las elecciones encontró que el PRI usó monederos electrónicos para repartir dinero a funcionarios y representantes de casilla. El problema es que esas personas que en teoría tuvieron que haber recibido esa lana, dicen que nunca les llegó… pero las tarjetas existieron, los depósitos se hicieron y el dinero quién sabe dónde quedó. En total encontraron que la campaña gastó 4 mil 600 millones de pesos dispersados en 26 tipos de tarjetas que fueron a dar a 35 empresas fantasma. En términos llanos, Peña Nieto gastó 13 veces más de lo permitido… y el Tribunal Electoral no hizo nada.
Con esos escándalos a cuestas, empezaba el regreso del PRI a Los Pinos.
Mañana, miércoles 29 de mayo, capítulo 6: El Momento Mexicano… se esfumó