Más de 700 profesores de la UNAM llaman al diálogo y a dejar de estigmatizar a estudiantes
Dos cartas sobre la UNAM: un grupo de académicos pide “volver a la normalidad”, otro rechaza el alarmismo y llama a discutir sobre problemas estructurales.
Esta mañana, 702 profesores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) difundieron un comunicado en el que mostraron preocupación por el manejo alarmista en medios de comunicación y redes sociales por los hechos que mantienen la intermitencia en las actividades de la Máxima Casa de Estudios.
La carta es una respuesta a otra misiva firmada por académicos el 15 de octubre pasado, los cuales aseguraron que la UNAM estaba “bajo asedio”, que estudiantes han solicitado “despropósitos sin cauce” y que grupos de “encapuchados violentos” son responsables de las interrupciones a las labores, llamando a volver “a la normalidad”.


Los responsables de la primera publicación son el economista Ricardo Becerra y el profesor Raúl Trejo Delarbre, que junto con cientos de académicos aseguraron que las autoridades universitarias han sufrido de maltratos y que existen peticiones irracionales como la destitución de profesores por supuestas ideologías y el rompimiento de relaciones con Israel, estado responsable del genocidio en Gaza según las Naciones Unidas.
La carta de docentes difundida hoy cuestiona la falta de especificidad al asegurar que la universidad está asediada (no se señalan a quienes o a qué fuerzas) y rechaza los calificativos de “grupúsculos” o “encapuchados” para referirse a estudiantes.
Desde el 22 de septiembre, la Universidad entró en una fase de suspensión de clases, inicialmente por el homicidio cometido en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH Sur) contra un estudiante de 16 años, cometido por un joven que se reconocía como un célibe involuntario.
Esa misma semana coincidió con los paros de actividades que se hacen año con año por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa (26 de septiembre) y la masacre de Tlatelolco (2 de octubre). Posteriormente, se registraron amenazas anónimas en redes sociales y en baños de planteles, sin que se confirme que son esfuerzos organizados para desestabilizar a la Universidad.
“No podemos encasillarlas todas (las problemáticas) en una misma bolsa”, dijo la profesora Genoveva Roldán Dávila (responsable de la segunda carta de docentes, junto con el investigador Imanol Ordorika) en entrevista con la periodista Martha Oliva López.
Para este grupo de firmantes existen problemas de mayor gravedad que no son mencionados, como lo son la falta de participación real en la toma de decisiones, una estructura de gobierno obsoleta y cerrada, la precarización de los profesores de asignatura, la persistente desigualdad, agresiones y violencia de género.
“No se trata de defender edificios ni cargos, sino de escuchar a quienes viven cotidianamente la universidad y pugnan por hacerla más justa, segura y participativa”, concluye la carta.