“Ni somos el más país más democrático, ni se ataca la corrupción ni cede la violencia”, alerta la Iglesia mexicana
La cúpula de la Iglesia católica en México fijó una postura no neutral ante la crisis de violencia en el país.
En una profunda crítica al discurso del gobierno, la Conferencia Episcopal de México expresó su preocupación por la extendida violencia y corrupción en el país, que “no han disminuido” a pesar de que las autoridades digan lo contrario.
Y enlistan lo que a su juicio es la otra realidad: no se esclarecen los casos más relevantes de corrupción, la violencia no se ha reducido más que en los números, no somos el país más democrático del mundo, siguen en ascenso las desapariciones.
En un pronunciamiento respaldado por todos los obispos del país, la cúpula de la Iglesia católica mexicana señala que la realidad de México no es la que dibujan desde el poder.

“Observamos con preocupación cómo algunos discursos públicos construyen una narrativa que no corresponde a la vida cotidiana de millones de mexicanos “, destacan los obispos del país.
El mensaje con motivo de la Asamblea Plenaria CXIX que se celebró entre el 10 y 14 de noviembre fijó una postura de alerta ante la crisis de violencia en el país, entre las reivindicaciones a la Guerra Cristera por su centenario, a la Virgen de Guadalupe y a la Familia como institución dentro el dogma católico.
En un bloque titulado “Realidades que no podemos callar en el contexto actual”, la CEM sostiene que su postura es apartidista, pero no neutral.
Nos dicen que la violencia ha disminuido, pero muchas familias que han perdido seres queridos o poblaciones enteras que viven con miedo constante experimentan otra realidad.
Nos dicen que se combate la corrupción, pero ante casos graves y escandalosos, no se percibe la voluntad de esclarecerlos, por lo que prevalece la impunidad.
Nos dicen que la economía va bien, pero muchas familias que no pueden llenar su canasta básica y muchos jóvenes que no encuentran oportunidades de trabajo nos hacen ver que esto no es verdad.
Nos dicen que se respetan las libertades, pero quienes expresan opiniones críticas son descalificados y señalados desde las más altas tribunas del poder.
Nos dicen que somos el país más democrático del mundo, pero la realidad es que hemos visto cómo han comprometido los organismos y las instituciones que garantizaban la auténtica participación ciudadana para concentrar el poder arbitrariamente
“Vivimos tiempos difíciles, la violencia se ha vuelto cotidiana. Ese cáncer del crimen organizado que padecemos desde hace años ha extendido sus tentáculos a muchos rincones del país. Ninguno de los dirigentes que gobierna este país ha logrado erradicar este mal”, señala la CEM y detalla uno a uno los problemas nacionales asociados a la violencia.
Los obispos hacen hincapié, por ejemplo, en las extorsiones que afectan tanto a pequeños y medianos empresarios, agricultores y transportistas. El mes pasado, el homicidio del productor limonero Bernardo Bravo evidenció la fragilidad del sector productivo a merced de las “cuotas de protección” para salvaguardar sus vidas.

Lamentan los asesinatos de agentes de cambio en comunidades como sus propios “hermanos presbíteros”, como hace un año ocurrió con el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez, de la diócesis de San Cristobal de las Casas y quien denunció amenazas de muerte por su labor de defensa de los derechos humanos vía el trabajo pastoral.
Además, condenan la grave crisis de desapariciones forzadas, que ya suman 130 mil registros, según la Comisión Nacional de Búsqueda. “Nuestros jóvenes están siendo secuestrados y llevados a los campos de corrupción o exterminio convirtiéndose en uno de los más grandes dramas de nuestra sociedad”, se lee en el comunicado.
Y aunque los obispos afirman no tener una solución a las realidades que afronta el país, concluyen que pueden buscarla a partir de un verdadero diálogo con quienes amen a México “más allá del partido político en el que militen, de la ideología que los inspire o del credo religioso que profesen”.
Los obispos de México, que a lo largo del mensaje defendieron la insurrección armada de 1926 frente a la Ley Calles, cerraron el texto llamando a Cristo Rey como la “única esperanza de México”. La firma del comunicado incluye el grito cristero empleado por las tropas católicas hace casi un siglo.




