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Diego Sexto <br>y su Brigada de Belleza Itinerante
Diego Sexto y el grupo de estilistas que participaron en la más reciente jornada de "apacho estético", así como las mujeres invitadas a esta sesión.
Sociedad

Diego Sexto
y su Brigada de Belleza Itinerante

Jornadas de resiliencia emocional para mujeres vulnerables

Publicado el 2 de diciembre 2025
  • Sociedad

El maquillaje puede ser algo más que pintura y artificio. Unas tijeras pueden cortar no sólo cabello sino los rastros de un estigma; una brocha, un pincel, un rizador de pestañas pueden ayudar no sólo a embellecer a una mujer sino también a re-conocerla y restituirle un poco de la dignidad que le ha sido arrebatada.

Mujeres que padecen lupus, esclerodermia, reumatismo, fibromialgia, cáncer o que han sufrido violencia. Desde hace 11 años, la Brigada de Belleza Itinerante, un escuadrón de peluqueros y esteticistas voluntarios comandado por Diego Sexto, libra una guerra silenciosa en kioskos, plazas, bibliotecas y garajes: la batalla por devolver autoestima y personalidad a quienes las enfermedades o la violencia han ido desdibujando.

No es caridad, es un “apapacho estético”: un acto de resistencia y empatía social en el que un peinado puede ser el primer paso para reencontrarse.


Diego Sexto no ha parado desde que llegó a las nueve de la mañana de este domingo 26 de octubre al Centro Cultural Laguna, en la colonia Doctores de la Ciudad de México. Coloca mesas y sillas, las distribuye en la amplia terraza, revisa dónde estarán las invitadas, los refrigerios, dónde pondrá los productos que ha traído. Quiere cerciorarse de que nada falta y de que las cosas funcionarán como lo planeó.

Delgado como una línea de 1.80 metros, se mueve de un lado a otro. La luz va ingresando al lugar mientras avanzan los minutos. Diego se alista para arrancar una jornada más.

Recibe en la entrada a las y los estilistas y saluda con amabilidad a las invitadas que llegan paulatinamente al lugar.

–Bienvenidas, bienvenidas, es un placer tenerlas con nosotros. Intégrense al grupo –les dice y las acompaña con la mirada, que chispea, con gusto, a cada rato. 

Aunque no es fácil coordinar a 25 estilistas, dos terapeutas, una coordinadora y más de 45 invitadas, Diego mantiene todo bajo control. Una vez que percibe que llegó un nutrido número de mujeres, organiza a las asistentes en un gran círculo para que se conozcan.

La Brigada de Belleza Itinerante está a punto, una vez más, de entrar en acción.


La magia de los pequeños espejos redondos

Diego hace una señal a las dos terapeutas que forman parte de la brigada para que expliquen la dinámica del día, al tiempo que la representante de Despertar de la Mariposa, una asociación integrada por pacientes con lupus, entrega a cada una de las invitadas un pequeño espejo redondo. Quiere que se miren ahora.

Ese espejo de bolsillo, lo sabremos después, es un elemento clave de la sesión. Mujeres que han dejado de mirarse desde hace años, lo harán de nuevo mucho tiempo después.

Diego desempeña con soltura su rol. Se convierte en una especie de director de orquesta. En lugar de una batuta y una partitura, sus manos sostienen tijeras y peine en medio de esa amplia terraza, un escenario convertido en un enorme salón de belleza.

Cada una de las invitadas elije a un estilista. Diego está pendiente de los movimientos de su batallón de peluqueros, maquillistas, barberos, peinadoras, asesores de imagen, dermatólogos y estilistas que han comenzado a actuar.

A él también le toca poner, literalmente, manos a la obra. Se acerca a una de las mujeres que padecen lupus, enfermedad autoinmune (el sistema inmunitario ataca las células sanas por error) que puede dañar muchas partes del cuerpo y no tiene cura.

–¿Cuál es tu inquietud, qué te preocupa: tu piel, tu cabello, tus cejas? –pregunta Diego a su invitada, mientras le coloca una capa de nylon para protegerle la ropa.
–Me gustaría que me pintara el cabello en un tono no tan oscuro –responde Martha, de 60 años.

Diego sabe que las mujeres con lupus presentan manchas en el rostro y pérdida de cabello y cejas, así que le sugiere un color marrón con el que tendrá un aspecto más joven.

Prepara el tinte, se pone sus guantes de hule, toma una brocha y empieza la magia: su destreza hace que parezca sumamente sencillo manejar el peine a la vez que inserta sus dedos –largos como los de un pianista– entre el cabello para aplicar con movimientos rápidos el color.

Diego entra en un pequeño trance. Deja de hablar, se concentra en cada pincelada, en cada sección del cabello, en la uniformidad del color. Cuarenta minutos después enciende la secadora y, ahora sí, platica de nuevo con ella.

–¿Cómo te sientes, te gusta cómo quedó tu pelo? Te recomiendo que uses la secadora y con el cepillo, suavemente, le des volumen…

El pequeño espejo que Martha sostiene muestra la sonrisa que aparece en sus labios. Él también sonríe y le estira la mano para que se la estreche. Es la señal de que han concluido. 

Foto para el texto de Brigada de Belleza Itinerante
Foto para el texto de Brigada de Belleza Itinerante
Foto para el texto de Brigada de Belleza Itinerante
Las invitadas redescubren verse a sí mismas en el espejito redondo.

Un apapacho estético abraza el alma

–Un muy pequeño porcentaje de los invitados son hombres, pero el “apapacho estético” es en femenino porque son ellas las que están más en contacto con agroquímicos, pesticidas, líquidos de limpieza, insecticidas y otros productos industriales. Por eso, suelen ser las más intoxicadas en su cuerpo y portadoras de este tipo de enfermedades –explica Diego Sexto, fundador e impulsor de la Brigada Itinerante de Belleza desde hace más de 10 años.

Se trata de fortalecer la autoestima y la integridad de personas que sufren enfermedades crónico-degenerativas, exclusión social o violencia. Es un primer paso para ayudarles a recobrar su personalidad mermada por los males que padecen.

Es el caso de Maricela Cepeda. “Yo tenía más de ocho años de no permitir que alguien me tocara el pelo. El cuero cabelludo se inflama y nos produce llagas. Por eso se nos debilita el pelo y se nos cae. Ahorita me cortaron el cabello y me peinaron”. Está contenta. “Me veo diferente y me siento bien”. 

Para lograr su propósito, el colectivo se ha vinculado con asociaciones civiles que apoyan a mujeres, infancias y hombres, pues casi todas las enfermedades crónico-degenerativas y otros padecimientos provocan cambios en la calidad del cabello, manchas cutáneas, deformaciones en partes del cuerpo, daños severos en la piel o limitaciones de movilidad.

Con base en el conocimiento de cada grupo vulnerable, los brigadistas organizan los encuentros. Este domingo 26 de octubre, por ejemplo, se lleva a cabo la jornada 53 del “apapacho estético” como parte del Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer de Mama, aunque también tendrán invitadas cuya vida ha sido afectada por el lupus.

“Cuando reciben un apapacho estético asimilan de forma distinta sus enfermedades. Si padeces un mal crónico, las defensas del cuerpo bajan por el tratamiento y también por el estado de ánimo. Pero hemos visto los beneficios psicológicos que tienen con este acercamiento a su cuidado personal”, cuenta Diego, quien ha atestiguado directamente durante todos estos años esas experiencias.

Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos

Estilismo con causa social

Diego Sexto ahora tiene unos 45 años, más de la mitad de ellos dedicado a manejar con maestría las tijeras. No es cualquier estilista. Cuenta con una educación formal en una de las escuelas privadas más reconocidas en México y el extranjero. 

“La peluquería es un invento de las cortes francesas y el resultado de la burguesía. Entre más exclusivo sea un estilista, más caro puede cobrar y eso perdura. Al formar la Brigada, mi idea –argumenta– era revertir esa práctica: hacer que el servicio de estilista sea accesible para todos y que también tenga una causa social”.

Bajo los árboles del Parque México, Diego Sexto comenzó a cortar el cabello, ya como peluquero profesional, en los primeros años de este siglo XXI. Su idea fue recuperar el concepto del “Peluquero de paisaje” y todo aquel que transitaba, trabajaba o viviera en torno al parque podía tener acceso a corte de cabello, de barba o peinados.

En esa época también fue peluquero en el backstage de los festivales Vive Latino y Corona Capital, donde trabajó muy de cerca con la escena del rock; luego, participó en un reality show que la empresa L’Oreal transmitió en televisión y, después, laboró para la comunidad cinematográfica.

–Con todas esas experiencias –comenta–, empecé a organizar lo que quería: la Brigada de Belleza Itinerante, a partir del vínculo que ya había establecido con organizaciones civiles dedicadas a las poblaciones vulnerables.

Diego Sexto
Diego Sexto, en acción, mientras proporciona “apapachos” a las mujeres invitadas.

La primera jornada se realizó en 2014 en la Mega Biblioteca José Vasconcelos de Buenavista para mujeres que padecen lupus. Luego, impulsó un “apapacho estético” en el Jardín de Adultos Mayores del Bosque de Chapultepec para reconocer a los peluqueros urbanos con más de 50 años en el oficio. Desde entonces no ha parado.

La Brigada de Belleza Itinerante decidió desde un principio que sus convocatorias fueran abiertas, sin distinciones de estratos sociales. Por eso, en los espacios donde realizan sus jornadas altruistas convergen mujeres que viven lo mismo en Iztapalapa, el Pedregal de San Ángel o Azcapotzalco, que en Cuautepec, Iztacalco, Xochimilco o en Lomas de Chapultepec.

Para Diego la esencia de esta actividad es que las invitadas perciben el regalo de belleza otorgado en un ambiente de absoluta discreción y respeto. Por eso, ya son varias las asociaciones civiles que se han vinculado con la Brigada, cuyo trabajo ha causado interés entre psicólogos, terapeutas y médicos.

“Sabemos que la lucha de las mujeres con cáncer de mama no está en los salones de belleza. Está en los hospitales donde les suministran sus quimioterapias y sus tratamientos”, pero sí apostamos a que el apapacho estético les ayude a continuar con esa batalla por recuperar la salud, precisa Diego.

El autocuidado personal es una construcción que debe acompañarse de múltiples motivaciones y Diego considera que el “apapacho estético” es una parte fundamental, pero es en casa donde la mayoría de estas mujeres tienen que procurarlo:

“Muchas de las mujeres con estos padecimientos viven en entornos complejos: el hijo tiene alguna capacidad diferente, el papá padece alzhéimer y la mamá lucha contra algún cáncer. Ellas son las cuidadoras y no tienen tiempo para sí mismas”.


El arsenal estético de la brigada

La mayoría de los 25 estilistas llegan al lugar vestidos de negro; encima de la ropa se colocan su mandil con bolsillos y alistan tijeras, pinzas para el cabello, cepillos y peines.

Seleccionan el que será su lugar de trabajo y de sus mochilas sacan todo un arsenal estético:

Cepillos largos, redondos, brochas de maquillaje de diferentes grosores, dispensadores de agua, tijeras, peines, estuches con un arcoíris completo de sombras para ojos, tintes para el cabello, cremas faciales, secadoras de cabello, rímel, enchinador de pestañas…

“Vestirnos de negro, un color elegante, es una manera de unificar y darle una imagen profesional al trabajo”, cuenta la maquillista Magdalena Montes.

Alguien recuerda entonces que hace falta algo, saca un montoncito de hojas blancas tamaño carta y, con pequeños trozos de cinta adhesiva, se las colocan unas a otras en la espalda. Desde lejos, parecen alitas de papel montadas en unas espaldas negras.

Ya veremos para qué lo hicieron.

En minutos, la tranquilidad de esta alertagada mañana de domingo se sacude. En cuanto se da la orden de arranque, empiezan a zumbar por aquí y por allá las pláticas de los estilistas con sus invitadas.

Andrea Arroyo, una especialista en el cuidado de la piel, aconseja expandir con delicadeza la crema hidratante sobre su rostro. “Toma la crema y extiéndela con tus dedos índice y medio con movimientos hacia arriba”, le recomienda a su invitada.

Las y los estilistas les preguntan qué tratamientos médicos reciben y cuál es su padecimiento. Algunas no necesitan decir mucho sobre sus procesos oncológicos porque llegan con un turbante en la cabeza por la falta o escasez de cabello; otras solicitan microblading para que les restauren sus cejas perdidas y unas más sólo piden que las maquillen porque no aguantan un peinado o un corte por la extrema sensibilidad de su cuero cabelludo.

–Te daré unos tips para que no se noten tanto los cambios que sufres por tu tratamiento –aconseja el estilista Fidel Carrera a su invitada.

La mayoría de las mujeres que padecen lupus y cáncer de mama son tímidas, casi no hablan. Algunas llegan al apapacho estético acompañadas de algún familiar e incluso, las más jóvenes, con sus hijos pequeños.

Cohibidas en un principio, se animan a platicar a medida que los brigadistas empiezan a transformar su cabello, su rostro o sus cejas.

“Primero, me maquillaron y, después, me hicieron un corte de cabello. Me han hecho olvidar por un rato mis padecimientos”, dice Mili, paciente de lupus.


Ni caridad ni frivolidad

La jornada de este día se realiza en la terraza del Centro Cultural Laguna, un inmueble construido en 1930 que durante casi 90 años funcionó como fábrica de hilos, encajes y textiles. En 2015 cerró y dejó de funcionar la maquinaria, una parte de la cual se resguarda en el lugar, como una especie de sitio de memoria.

Los dueños de la Fábrica Textil Laguna empezaron a rentar diversos espacios de esta enorme nave industrial en 2017, después de que el sismo golpeó con fuerza la Ciudad de México y muchísimas pequeñas empresas o despachos de especialistas perdieron sus espacios de trabajo.

Hoy aloja a más de 30 marcas emergentes y despachos dedicados al diseño, ilustración, arquitectura, gastronomía, textiles, arte y libros que tienen ahí oficinas, áreas de producción, salas de exhibición o puntos de venta.

Al centro cultural han llegado 45 mujeres en procesos médicos de alta especialización. Son las invitadas a esta jornada. La brigada organiza entre tres y cuatro sesiones de belleza al año y a Diego le corresponde convocar y organizar a docenas de sus compañeros voluntarios para que dediquen su tiempo libre al “apapacho estético”.

Desde que empezó, ha logrado reunir a reconocidos esteticistas y expertos en cuidado personal, mexicanos y extranjeros, quienes se unen a las jornadas colectivas para compartir lo mejor de sus técnicas.

Ese es el caso de Conchita López Bobadilla, una mujer de 75 años especialista en alto peinado y con una cartera de clientes formada por artistas del cine y la televisión, políticos y empresarios; Antonio Bellver, fallecido estilista y peluquero catalán que en los años 90 fundó en México la primera escuela de alto nivel que revolucionó la estética en América Latina; y Marcos de Joss, el peluquero más famoso entre las estrellas de televisión y cantantes pop.

“La labor de la Brigada no es de caridad, ni superficial. En cada jornada entregamos lo mejor de nuestra profesión. Hemos conocido, por ejemplo, a mujeres devaluadas por las condiciones laborales o domésticas. Ellas buscan no sólo un cambio físico, sino su propia aceptación”, afirma Diego.

En poco más de una década, ha trabajado con varias asociaciones, como Salud Integral para la Mujer y el Despertar de la Mariposa. También con la Casa Xochiquetzal, el albergue de mujeres trabajadoras sexuales de la tercera edad; los penales de Santa Martha Acatitla y Tepepan; la Asociación de Esclerodermia Vida y Esperanza, la Fundación del Centro Histórico y con la Clínica Especializada Condesa para personas con diagnóstico de VIH, entre otras.

Conchita López Bobadilla ha participado en la brigada todos los años. Su apego a hacerlo data de su juventud. A los 15 años le diagnosticaron propensión a la leucemia y la sometieron a un intenso tratamiento que dejó a sus padres con deudas.

Se salvó de padecer esa enfermedad y luego de muchos años se convirtió en una de las figuras más importantes del alto peinado en América Latina. Hoy disfruta la jornada. “Es hermoso compartir mi oficio con la gente que necesita un abrazo. A estas mujeres les cambias el look y sonríen, logran mirarse en ese espejo al que habían renunciado. Quizás es sólo un momento, pero su autoestima se eleva”.

Conchita López Bobadilla, una de las participantes en la Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos
Conchita López Bobadilla, especialista en alto peinado, en la jornada del 26 de octubre pasado.

Uno de los retos que ha tenido la brigada fue organizar el apapacho estético a las mujeres apoyadas por la Fundación Carmen Sánchez, creada por su fundadora después de sobrevivir a un ataque con ácido en 2014. Carmen es el primer caso en conseguir una condena de 50 años para su agresor.

En noviembre del año pasado, el Centro Cultural España prestó su espacio a la brigada para realizar su jornada como parte del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Al lugar llegaron 30 mujeres atacadas con ácido o sustancias abrasivas; desde el primer caso en México (registrado hace 40 años) hasta víctimas más recientes.

Conchita recuerda bien esa jornada, una de las más difíciles que ha tenido. “Lo primero que hicimos fue darles seguridad para que no se sintieran juzgadas. Nos acercamos con delicadeza, les enseñamos a maquillarse, a usar las pestañas postizas discretas y elegantes; las peinamos y les cortamos el cabello. Usamos nuestras manos para tocarles el corazón”. 

El apapacho estético para estas mujeres fue especial. Por los diferentes grados de quemaduras que presentan, la jornada se realizó a puerta cerrada, además de que muchas de ellas llevan procesos legales que les impide difundir sus historias.

“Les suele faltar cabello, partes del rostro o de sus manos y cuerpo. Ellas sufrieron una agresión expansiva y el trato es delicado. Fue una jornada de resiliencia emocional, de mucho aprendizaje porque nos acercamos a su dolor”, recuerda Diego Sexto.


De nini a peluquero

Diego Sexto encontró su vocación por accidente. En abril de 1999 cursaba el último año en el CCH Sur de la UNAM, cuando estalló la huelga. Pensó que unas semanas estaría de regreso en clases. Nunca se imaginó que se convertiría en la huelga más larga en la historia de la universidad.

La presión económica lo orilló a trabajar en una librería en San Ángel. Aunque su intención era terminar el bachillerato para estudiar Letras Hispánicas en el UNAM:

–Tenía 18 años y recuerdo que entre más se alargaba la huelga me sentía con muy pocas ganas de continuar –cuenta–. Quienes vivimos esa etapa somos la generación quebrada, los famosos ninis, que ni estudiábamos ni trabajábamos, aquellos que perdimos un poco la identidad.

En cierta ocasión, platicó con un familiar sobre cómo se sentía. Su pariente le aconsejó:

–En lo que se termina la huelga, aprende a hacer algo con tus manos.

Diego revisó qué podía hacer y se inscribió en una escuela para estudiar peluquería:

–Al principio fue un shock porque nunca había asistido a un colegio privado. Después, comprendí que el mundo de la peluquería siempre ha sido el mundo de la moda. Terminé la carrera y me titulé con la tesis El ritual de la peluquería. Nunca pensé que esta profesión fuera a ser un elemento definitivo en mi vida y en mi trabajo.

La vida da vueltas. Y su labor como estilista, que comenzó en el mundo de la farándula, ha llegado también al mundo del arte contemporáneo. En mayo de 2016, la Brigada de Belleza Itinerante fue invitada a participar en un performance en el marco de la exposición Si tienes dudas… pregunte: una exposición retrocolectiva de Mónica Mayer en el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM, con motivo de los 40 años de trayectoria de esta precursora del arte feminista en América Latina.

Para realizar su performance, Mónica Mayer convocó a críticos, artistas, curadores, gestores y trabajadores de la cultura a participar en una jornada de reflexión para revertir la precariedad en el arte. Después, la Brigada Itinerante de Belleza se encargaría de aplicarles cortes de cabello, peinados, maquillaje, manicura, faciales… a quienes participaran. Fue entonces que surgió el nombre de “apapacho estético”.


Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos

Liliana Sánchez, paciente con lupus.

Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos

Leonor Luna, paciente oncológica.

“En 15 años no me había visto en el espejo”

En la brigada también participan dos psicoterapeutas. Cada jornada, ellas preparan a las invitadas, antes de recibir su apacho estético, con la finalidad de generar sentido de pertenencia y un ambiente de confianza, ya que a varias de las mujeres les cuesta trabajo recibir ese afecto y algunas son renuentes a que las toquen, por su condición de salud.

“Quienes formamos la Brigada Itinerante de Belleza no organizamos el apapacho estético para dar lo que nos sobra. Brindamos lo que somos, nuestro conocimiento, sensibilidad y sentido de hacer comunidad en la búsqueda de un bien social”, afirma Berenice Contreras Gutiérrez, pedagoga y psicoterapeuta.

Lleva una década como voluntaria en la brigada y cuenta que uno de los pasajes más significativos que ha vivido fue cuando llevaron el apapacho estético al Centro Femenil de Readaptación Social Tepepan:

“Las mujeres en reclusión viven una profunda soledad. La gran mayoría no recibe visitas. Una de ellas me dijo: ‘Tengo 15 años aquí y no me había visto en un espejo. Ahora que me miro, no me reconozco’. Ha perdido su identidad, no sólo en lo estético, como persona. Comprendí que cuando aprendes a reconocer tu vulnerabilidad, puedes acompañar a quien te necesita”.


“Uno revive y nos quitan años”

Blanca Estela González tiene 69 años y ha ido acumulando algunos padecimientos: artritis reumatoide, diabetes, problema de tiroides y en la vista. Llegó al Centro Cultural Laguna con su pelo cano y sin forma; regresó a su casa con un corte de cabello y luces discretas color marrón que resaltan su personalidad.

“Me veo arregladita y me lleno de alegría. Desde joven aprendí a estar presentable. Acudía a los salones de belleza de Tlalpan a cortarme el pelo y hacerme manicura. Pero eso se acabó, mis enfermedades me lo impiden. Cuando perdí algunos dientes por la diabetes, caí en depresión, aunque ya voy de salida”.

Blanca dice ya no tener tiempo para su cuidado personal. A una de sus hijas que estudiaba la carrera de Química Farmacéutico-Bióloga en la UNAM, le dio lupus justo antes de concluir sus estudios y esa enfermedad le provocó vasculitis cerebral. Así que se dedica a cuidarla todos los días.

“La enfermedad nos ha dejado sin dinero. Aunque mi hija recibe atención en el ISSSTE no hay medicinas, las compramos. Una vez que la operaron, el médico nos mandó a comprar el bisturí. De por sí esa cirugía se postergó dos veces porque no había anestesia”, indica Blanca.

Con todo su pesar, Blanca agradece al estilista que le dio el papacho estético: “La brigada nos ayuda a sentirnos mejor. Al embellecernos, como que uno revive y nos quitan años”.


Agradecimientos para la estilista Diana Gaspar.

Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos

Agradecimientos para la estilista Conchita López Bobadilla.

Foto para la nota de Brigada de Belleza Itinerante y los apapachos estéticos

Agradecimientos para el estilista Manuel Chávez.

“Mil gracias por hacerme sentir única y linda“

La mañana se va alargando y los integrantes de la Brigada Itinerante de Belleza van concluyendo los apapachos.

Las invitadas toman plumines y plumas para transmitir de su puño y letra, en unas cuantas palabras o frases, su agradecimiento a quienes les han regalado este domingo un poco de ánimo y belleza.

  • “Fidel: Quiero darte infinitas gracias de todo corazón por la paciencia y el talento. Hace años no me sentía tan feliz y renovada como ahora. Me devolvieron, tú y tu linda esposa, una sonrisa y una energía que hacía tiempo no tenía. Gracias, gracias, gracias. Dios te bendiga hoy, mañana y siempre”. Reynita Esquivel, paciente con Lupus.
  • “Soy Liliana del Despertar y te agradezco muchísimo tu tiempo y dedicación. Gracias infinitas”.
  • “Muchas gracias por apapacharnos y abrir su (emoji de corazón). Gracias. Bety”.
  • “Amigo, eres un ser de luz”.
  • “Dios te conserve siempre con ese espíritu de bondad. TQM Ubaldo”.
  • “Bella! Conchita colega, amiguita. Eres extraordinaria como persona y súper como estilista. Mil gracias por hacerme sentir única y linda. Gracias. Gracias. Gracias. Norma Andrade. TQM”. 

Rosa Pérez tomó un plumín violeta y escribió con letras grandes: “Gracias”. Y luego dibujó un corazón. “Gracias por tu labor. Me voy muy feliz”.

Y con dos líneas cortas verticales y un medio círculo dibujó una carita feliz. Ese fue su mensaje de despedida: una carita feliz.

Agradecimiento al estilista Fidel Carrera.

Agradecimiento al estilista Fidel Carrera.

Fotografías: Víctor de la Fuente


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Por Carmen García Bermejo

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