Mucha policía y pocos jóvenes. Así marchó la generación Z
Con poca afluencia de jóvenes, la marcha de la “generación Z” contra el gobierno de México terminó con el derribo de vallas y más de cien heridos.
A la marcha de la “generación Z”, convocada en redes sociales desde octubre pasado, asisten en su mayoría adultos mayores con una clara postura de oposición al gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum.
La protesta se asemeja a movilizaciones recientes, como la realizada en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) bajo el nombre de “Marea rosa”, o la última Marcha de la Resistencia, que fue encabezada por la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega.
Se trata de la última demostración de inconformidad en las calles entre un sector de la población que se opone a los gobiernos de Morena y al control que el partido tiene de la Presidencia, el Congreso, el Poder Judicial y de la Suprema Corte, así como de los gobiernos en 23 estados.
Generación X y boomers con un anime como bandera
Acuden casi todos vestidos de blanco, con sombreros, prendas con la imagen de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan asesinado el 1 de noviembre pasado, parafernalia nacionalista y la Jolly Roger (la bandera insignia de los piratas, elemento retomado del manga y anime japonés One Piece).
Aunque no se tiene certeza del origen de la convocatoria, a finales del mes pasado una serie de videos creados con inteligencia artificial invitaron a una protesta “apartidista”, retomando la iconografía de la saga One Piece, la cual ha sido empleada en protestas juveniles contra los gobiernos de Nepal y el de Perú en los últimos meses.
El homicidio de Carlos Manzo, ocurrido días después de la convocatoria, terminó por unir un símbolo más a la protesta, donde abundan tanto las banderas piratas como los sombreros.
La marcha avanza por la avenida Paseo de la Reforma, en donde los manifestantes pegan en vallas carteles de “Se Busca” con los rostros del senador Adán Augusto López Hernández, Andrés Manuel López Beltrán (secretario de Organización de Morena), Mario Delgado (exdirigente del partido y secretario de Educación) y Alfredo Ramírez Bedolla (gobernador de Michoacán cuestionado por el asesinato del presidente municipal Carlos Manzo).
Los carteles, sin embargo, se muestran en One Piece como una forma de criminalización contra sus personajes principales, perseguidos políticamente por el Gobierno Mundial, la entidad autoritaria y corrupta antagonista en la serie. Monkey D. Luffy, el protagonista de la historia, posee una recompensa de 3 millones de berries, la moneda usada en la ficción.
Blindaje en Palacio Nacional
Sobre el primer tramo de Reforma resuenan consignas y arengas contra el morenismo. Entre mentadas de madre e insultos a la presidenta Claudia Sheinbaum, la mayoría los entonan adultos mayores con megáfonos y cartulinas en rechazo al gobierno.

Frente al Hemiciclo a Juárez, las vallas con pintas pro Palestina ven pasar la fila de manifestantes. Algunas de ellas, mujeres mayores, se sientan a descansar en las bancas de la Alameda Central, mientras dos jóvenes con disfraz de Luffy ondean banderas de la tripulación de Sombreros de Paja, los protagonistas del anime.
Es la calle 5 de mayo y un grupo de jóvenes veinteañeros con el rostro cubierto es rechazado por el sector vestido de blanco y con banderines alusivos a Manzo. “¡Encapuchados no!”, “¡Los manda Morena!”, grita el contingente a un joven que carga una cartulina con el personaje de videojuegos Sonic y tachaduras en los partidos Morena, PRI y PAN.
El ánimo se vuelve tenso y los primeros encapuchados comienzan a lanzar piedras, a golpear con martillos y a lanzar petardos frente a la Catedral Metropolitana. En el aire se comienza a respirar el gas lacrimógeno, la garganta pica y los ojos lloran, mientras los manifestantes de blanco condenan el uso de la violencia.
Ya en el Zócalo, adolescentes y adultos observan de lejos al bloque de encapuchados moviendo las vallas. Desde un día antes, las vallas de Palacio Nacional fueron pintadas con la leyenda “Narcoestado”. La intervención fue hecha por integrantes de Somos Impacto, ala juvenil de la organización Somos MX, la cual busca consolidarse como partido político.
En cuanto cae la primera, los adultos mayores animan para que el resto de las estructuras se derrumben. Detrás de esta, se revela un contingente de policías antimotines cubierto con escudos, preparados para impedir el avance de manifestantes. A partir de ese momento, una marcha que fue pacífica en su inicio y que enfatizó su rechazo a la acción directa termina legitimando esta forma de protesta.


Un primer intercambio de pedradas y el uso de gas lacrimógeno se convierten en la antesala de una lucha entre el grupo de encapuchados y el cuerpo de granaderos que se extiende por más de una hora. Mientras tanto, comienzan a registrarse los primeros heridos, personas alcanzadas por piedras y arrastradas por policías. El gobierno capitalino fijó la cifra en 120 lesionados.
Una respuesta similar ocurrió hace poco más de un mes. Durante la marcha en conmemoración del 2 de octubre se reportaron 123 personas heridas, entre ellas periodistas de medios impresos y televisión. En la marcha de la “generación Z” tanto reporteros de La Jornada (medio afín al oficialismo) y TV Azteca (medio abiertamente opositor) resultaron heridos.
Cristales rotos en la “Nueva Corte”
Mientras los encapuchados continúan en la refriega con policías, del lado de la Suprema Corte otro grupo derriba las vallas del Máximo Tribunal, electo por voto popular en junio pasado y que esta semana falló en contra de Ricardo Salinas Pliego, empresario promotor de la protesta.
Una vez caídos los muros metálicos, un manifestante pinta en la puerta un insulto antisemita y misógino contra la mandataria, al tiempo que otras personas revientan con piedras los vidrios de las ventanas, incluso un encapuchado intenta colarse en el recinto.


En contraste con el blindaje a Palacio Nacional, los manifestantes disponen de vía libre para dañar las instalaciones de la Suprema Corte. Aunque un grupo de policías se despliega inicialmente para salvaguardar la entrada principal, a los pocos minutos se retira, dando posibilidad a los encapuchados de hacer pintas y destruir las ventanas.
La SCJN repudió la violencia contra su edificio en un comunicado: “La Corte manifiesta su preocupación y condena las expresiones de violencia aislada registradas este día en sus inmediaciones, que incluyeron agresiones a elementos de seguridad, daños a las instalaciones e intentos de ingreso violento y no autorizado al edificio. Estos hechos desvirtúan el propósito legítimo de cualquier manifestación y vulneran el ambiente de respeto indispensable para el diálogo democrático”.
De regreso en el Zócalo, la mayoría de manifestantes de la tercera edad se repliega tras los enfrentamientos de los más jóvenes con la policía, mientras que personal del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) y de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDH CDMX) brinda auxilio ante los conatos violentos.
Cerca de las 3:30 de la tarde, el bloque de granaderos repliega a la mayoría de los encapuchados hasta el asta bandera. Hacia las 4 de la tarde la plancha queda vacía, pero las calles aledañas con presencia policial.
En Nepal, las juventudes prácticamente derrocaron al primer ministro Khadga Prasad Oli (también líder Partido Comunista Marxista-Leninista Unificado) tras una crisis de legitimidad por corrupción y censura de redes sociales. La actual primera ministra es Sushila Karki, expresidenta de la Suprema Corte, quien asumió el poder después de una votación en Discord, la plataforma de comunicación digital usada mayoritariamente por los jóvenes participantes en las protestas que derrocaron al gobierno.
En Perú, las manifestaciones de la Generación Z se organizaron contra los derechistas Dina Boluarte y José Jerí. En el país sudamericano, uno de los más convulsos con siete presidentes electos en la última década, se han registrado decenas de heridos y el asesinato de un manifestante a manos de la policía.





